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jueves, 29 de noviembre de 2007


Por este barranco NO
Teodoro Petkoff
Si la reforma de Ego Chávez fuere aprobada, las dificultades que hoy conoce el país, sobre todo sus sectores más humildes, se harán aún mayores. Lo que hoy está más o menos bien (que no es mucho) retrocederá y lo que ya está mal (que es bastante) empeorará. Poner en manos de este pésimo administrador que es Chávez, el control del Banco Central y de las reservas internacionales augura un salto brusco en la inflación, un despilfarro aún mayor de nuestros recursos y un incremento del desabastecimiento.

Ya hoy, Venezuela, recibiendo los mayores ingresos de su historia, tiene, sin embargo, el costo de vida más alto de América Latina (el doble del promedio de todos los demás países) y una escasez que atormenta a los hogares. Imaginemos a este irresponsable con el derecho a manejar directamente el dinero de la nación, que es, en definitiva, el que recibe cada venezolano como ingreso. La economía ha crecido no gracias a Ego sino a pesar de él, por el favor de los elevados precios del petróleo. Pero lo que es de su incumbencia, que tiene que ver con precios y comida en los mercados, se siente cada vez más negativamente en el bolsillo.

Poner en manos de Ego Chávez el control de todas las instituciones del Estado, transformar en ceros a la izquierda a gobernadores, alcaldes y concejos municipales, despojar de todo poder real a los consejos comunales, volviéndolos perritos falderos de Miraflores, significa que las decisiones de todo tipo serán tomadas por el Presidente y al resto del país sólo le tocará obedecer. Adiós debate democrático.

Hasta el derecho a pataleo será restringido. Darle al Presidente la primera y última palabra en los ascensos de los militares, desde el rango de subteniente en adelante, no sólo lo hará el dueño de la FAN, porque sólo él decidirá quién asciende y quién se queda, sino que mantendrá en estado de humillación permanente a los oficiales, porque para estos la adulancia al jefe será la única credencial para avanzar en la carrera. Pero, peor que todo, abrir la posibilidad de la reelección indefinida, que Ego podría asegurarse con el control de todos los poderes y recursos públicos, así como el de toda la vida social, desde los deportes hasta la economía, entrañaría mantener en el poder a este carrito chocón, cuyos propósitos políticos y estilo de gobernar han causado gravísimos daños en el alma nacional, lanzando a unos venezolanos contra otros –en nombre de nada sino de sus patológicas ansias de poder personal–, generando un estado permanente de violencia verbal y física, de angustia y ansiedad, de incertidumbre y desesperanza, que se hace cada día más insoportable.

Derrotar la reforma es, pues, indispensable para mantener viva la posibilidad de continuar siendo ciudadanos y no siervos de un autócrata ensoberbecido y vanidoso.

Pero, estemos claros. Ganar tiene hoy una alta probabilidad porque el NO es mayoría en el conjunto de la población, pero con el nada desdeñable problema de que elevados niveles de abstención podrían comprometer una victoria que, de otra parte, está casi cantada. Sin embargo, si esto último ocurriese tampoco es que se acaba el mundo.

Aun con un resultado favorable para él, regalado por la abstención, el gobierno de Ego Chávez saldría de este round con plomo en el ala. Va palo abajo. Tres veces en este último año sectores que le fueron –e, incluso, todavía le son afines– han rechazado posturas suyas.

Tres de sus partidos aliados declinaron la “invitación” a disolverse e integrarse al PSUV; una considerable porción de sus votantes repudió el cierre de RCTV; y ahora significativos sectores del chavismo, incluyendo al general Baduel, manifiestan su disposición a votar NO. Son signos de debilitamiento progresivo pero irreversible, que ni siquiera una eventual victoria del SÍ podría remediar. Porque hay factores objetivos que lo están erosionando nacional e internacionalmente, todos atribuibles, en buena medida, a su inmensa pulsión autodestructiva.

De modo que la lucha continúa. Pero si gana el NO (y por primera vez existe una posibilidad de derrotar electoralmente a Chávez), aún con todo lo que implicaría de debilitamiento del oficialismo, tampoco es que el mandado estaría hecho. Ego continuaría echando vaina desde la presidencia. Así que, nuevamente, habrá que seguir en la brecha, rodilla en tierra, como le gusta decir a nuestro inefable Presidente.

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