Chavistas descontentos
Freddy Lepage
El chavismo está incómodo, intranquilo, hasta el punto de que el cambio cosmético de la redacción del artículo sobre la propiedad privada, no es para complacer a la oposición (eso le resbala) sino a sus insobornables discípulos enriquecidos de la noche a la mañana, no dispuestos a entregar su botija tan fácilmente
En esta etapa del proceso revolucionario socialista es difícil ocultar los malestares y temores reinantes en las filas del chavismo ante los extravíos absolutistas puestos de manifiesto por la mal llamada reforma constitucional. Las diferencias se expresan públicamente con la negativa a votar favorablemente el referéndum de diciembre. Por lo demás, resulta inocultable el desgaste del gobierno y su limitada capacidad de acción para imponerle al país su proyecto hegemónico-militarista limpiamente, sin trampas ni ventajismos.
El verdadero reto de Chávez está en saber hasta dónde serán toleradas sus ambiciones autocráticas entre sus seguidores, sean estos civiles o militares. Además, él mismo se ha convertido en el tapón de las legítimas aspiraciones de los integrantes de su séquito, condenados por siempre a hacer el papel de teloneros, de melancólicos segundones castrados.
En este ambiente de alta tensión, la estructura que hace posible la desviación enfermiza de la dictadura eterna corre el riesgo de debilitarse, hasta llegar a fracturarse definitivamente. El ejemplo dado por el partido Podemos y otros leales aliados abre una espita no despreciable a priori.
El mismísimo Barbarazo es una fuente permanente e insostenible de conflictos, por ello afecta, sin lugar a dudas, el estado anímico de quienes creen en sus prédicas antiimperialistas y redentoras. De allí la premura en la Asamblea Nacional de acelerar la aprobación de poderes imperiales para el caudillo único.
La estabilidad del régimen se hace cada vez más provisoria. La repartición de panfletos insurreccionales en los cuarteles es una muestra. ¿Esos volantes no son distribuidos por los propios militares? Se conoce hasta la saciedad la vigilancia permanente de los servicios de inteligencia en las instalaciones castrenses. Entonces, resalta la obviedad: algo está pasando dentro de la Fuerza Armada... Hay intranquilidad, desconfianza, insatisfacción, humillaciones, y vaya usted a saber...
Las protestas sociales (cierres de vías, toma de sitios públicos, etc.) motivadas por la inseguridad personal, reivindicaciones salariales y requerimientos de viviendas dignas, por solo mencionar algunas, cada día son más frecuentes en toda la geografía nacional. Ya la gente percibe de manera negativa el derroche de nuestros recursos en el exterior, sobre todo con tantas necesidades insatisfechas.
Y ahora, se suma la imposición "divina" de una nueva Constitución que concentra todas las decisiones en una sola persona, quien puede disponer de nuestros destinos como le venga en ganas. La legitimación de tal despropósito es demasiado perversa e intragable. El rechazo causado genera vaivenes políticos, malestar, resistencia civil. Igualmente la instauración del culto a la personalidad (jalabolismo) causa repugnancia en el venezolano común y corriente, insumiso por naturaleza.
El chavismo está incómodo, intranquilo, hasta el punto de que el cambio cosmético de la redacción del artículo sobre la propiedad privada, no es para complacer a la oposición (eso le resbala) sino a sus insobornables discípulos enriquecidos de la noche a la mañana, no dispuestos a entregar su botija tan fácilmente. También a los pequeños propietarios: taxistas, buhoneros, etc.
Los movimientos opositores deberían aprovechar esta situación objetiva de disgusto para articular estrategias concretas, realistas, conducentes a propinarle a El Supremo una derrota cívica, enfrentando la reforma en la calle con fervor popular, sin miedo ni cálculos majaderos. La economía se deteriora, los recursos no alcanzan, el pueblo se desespera... Podrían desatarse demonios incontrolables de impredecibles consecuencias...
/ E-mail: freddylepage@cantv.net
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