Lo dijimos hace un año
Fernando Chumaceiro
El Chávez que hemos conocido se parece poco al que vamos a conocer de aquí en adelante. A muchos de los partidos y de los políticos que ahora lo han apoyado les pasará lo mismo que a las víctimas de Drácula, no les quedará en sus venas políticas ni una gota de sangre.
Hasta ahora hemos vivido el tiempo "democrático". De aquí en adelante viviremos en un régimen cada vez menos tolerante y más autoritario, más centralista y menos descentralizador, más impaciente y menos tolerante, Si comparamos el tiempo actual con un deporte diríamos que hasta ahora el desempeño político se ha parecido al fútbol europeo, pero de aquí en adelante se parecerá al fútbol norteamericano. ¿Cuál es la diferencia?, que en el primero se patea la pelota y se respeta al adversario y en el segundo se derriba al adversario y se respeta a la pelota.
En otras palabras ha terminado el tiempo de la paciencia y la tolerancia. Chávez será el arbitro de su propio juego. Hasta hoy el proceso político ha transcurrido en medio de las inercias del tiempo anterior. De ahora en adelante la dirección y las secuencias entre una y otra etapa las fijará Chávez. Si quisiéramos emplear la ironía tendríamos que decir que para el proyecto político de Chávez ha empezado... un nuevo tiempo, en el cual él es, simultáneamente, árbitro y jugador.
Para los Venezolanos que anhelamos vivir en una auténtica democracia y que durante muchos años repetimos hasta el cansancio que si la democracia no terminaba con el centralismo, el centralismo acabaría con la democracia, constituye un compromiso "de patria o muerte" adversar todo intento de acabar con la poca descentralización que empezó a implementarse a partir de 1989, como parece ser la intención del gobierno actual.
No está lejos el día en que algún acólito del régimen plantee la conveniencia de que el Presidente designe a los Gobernadores del Estado, que el proceso de participación ciudadana dependa de las directrices que trace el Presidente y que la autonomía municipal sea abolida, entre otras medidas que empiezan a asomarse.
En otras palabras, que la poca democracia que hasta ahora hemos tenido sea sustituida por una verdadera autocracia camino hacia el cual parecen dirigirse los planteamientos de reelecciones indefinidas del Presidente, eliminación de la elección de gobernadores, relación directa de los organismos comunales con la presidencia de la República, a costa de la autonomía municipal. Es oportuno recordar que la patria no nació en un cuartel, si no en un municipio, aquel 19 de abril de 1810.
No hay democracia sin autonomías municipales y estadales y todo intento de abolirlas debe ser adversado con firmeza, cualesquiera que sean las consecuencias. No se trata de regresar al pasado ni de aceptar el presente, si no construir una patria mas libre, más justa y más digna.
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