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miércoles, 5 de septiembre de 2007

No sirve para nada


Antonio Cova Maduro //
Se transmite la impresión de que garantizar la seguridad deviene una tarea sin lustre
Fue el duro dictamen que, sobre el Gobierno que padecemos, profirió una mujer llena de dolor hace algunos días. Le habían matado, así de sencillo -para usar una reciente expresión del Presidente- a su único hijo varón, de apenas l6 años, en la caraqueña avenida Baralt. Pocos días después, otra mujer, una vecina de Petare, le decía al país con sus escuetas declaraciones a la prensa, que "o el Gobierno actúa o habrá que pasarle por encima". En ambos casos, el inmenso dolor da al traste con cualquier prudencia que el miedo aconseje.

Sucede algo parecido a la franqueza de los niños. ¿Se acuerdan de cuando el emperador iba desnudo y todos los adultos, convocados para celebrar su magnífico atuendo, no hacían otra cosa que aplaudirlo con aspaviento? Tuvo que ser un niño, quien, con la verdad cristalina, rompió el encanto y¿ desnudó al emperador. Dijo lo que veía, o si prefieren, lo que no veía. Y con ello logró, de paso, dejar a los adultos en pelota, porque más que de ojos de lo que carecían era de coraje.

El dolor
Estas mujeres desde su dolor nos han gritado a todos cuán poco le importa a nadie la torrentera de ofertas que Chávez hace a diestra y siniestra. ¿Para qué las necesitan, si todos temen que en cualquier recodo perderán la vida por una bala fría o por cualquier nimiedad? ¿Pueden creer que pueda valer la pena lo que un Gobierno blandengue e incompetente les ofrezca, si no puede garantizarles la vida?

Mucha tinta -y mucha garganta desgañitada- se han derrochado estos 8 años para hacer ver la gravedad de la inseguridad en el país. Y el régimen no ha hecho otra cosa que negarlo a machamartillo, cuando no acusar a cualquier denuncia de ser parte de una conspiración de no sabemos quién. En eso la conducta del señor Carreño ha sido emblemática: nada pasa y si algo pasa es menos que lo que pasaba.

No existir
Hasta ahora la estrategia del régimen adopta tres modus operandi: no existir cada vez que se le solicita que dé la cara y diga algo. Por eso su ausencia pertinaz en cualquier toma de calle, de entrada de ministerio o ante una manifestación cualquiera. Confían en que la gente se cansará sin siquiera imaginar lo que pudiere pasarles cuando, finalmente, la gente se canse de verdad verdad. Y esta no existencia se expresa en la ausencia total de datos y estadísticas. En eso son como fueron los países comunistas: o cero datos o datos maquillados.

En lo suyo
El segundo modus operandi es: seguir en lo suyo y con lo suyo. Como si eso fuera lo único importante. Y quizás lo sea¿ ¡para ellos! Ante la matanza sostenida, la respuesta del régimen son los actos del Teresa Carreño, con las largas peroratas catequísticas de su único predicador. Nada existe que no sea lo que ellos quieren que exista: un país bello, con todos vitoreando sin cesar nadie sabe qué. Con rostros felices y sonrisas congeladas, como en los grandes afiches soviéticos y de la China de Mao. Y consignas, consignas a granel, tan vacías como cansonas, como las que inundan Cuba incluso hoy, cuando el otro Castro todavía las usa a ver si logra librarse de ellas.

Imagen
Y el tercero, transmitir la imagen de que su control aumenta y se afianza. Y eso aunque nunca quede muy claro cómo puede pasarse de leyes y decretos a la realidad cotidiana de los venezolanos. Uno tiene la impresión, sin embargo, de que si fijáramos la atención en la conducta del pueblo -y no tanto en lo que el régimen dice que ese pueblo quiere y hace- veríamos cuán poco es el control real que efectivamente tiene el régimen. La sublevación brota por doquier y a la menor irritación, que mucho abunda.

El régimen está inerme. O porque expresamente no quiere ver ni oír lo que todos ven, oyen y padecen, o porque sus "otras" ocupaciones copan sus escasas energías. Después de todo, cuando tareas tan importantes como gasoductos que jamás se materializan, promesas que nunca se concretan, acuerdos que jamás pasan del papel y regalos a todos excepto a los venezolanos ("claridad de la calle y oscuridad de su casa") ocupan todo tu tiempo, ninguno queda para frenar el delito y castigar el crimen.

O peor: se transmite la impresión de que garantizar la seguridad de la población deviene una tarea sin lustre alguno y por lo que parece sin "retorno de inversión". Si en la Venezuela bolivariana quien pretende perpetuarse en el poder ni siquiera puede evitar que los malandros campeen por sus fueros, se armen¿ y actúen, ¿podrá evitar que la gente se harte¿ y actúe?

antave38@yahoo.com

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