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miércoles, 18 de julio de 2007

Déspotas vitalicios

Por Charito Rojas
Tomado de Notitarde

"Si la imprenta calla, las repúblicas desaparecen; pero si habla, su voz pone espanto al despotismo que huye con sus grandes auxiliares: la ignorancia y la superstición". Fermín Toro. Escritor, diplomático y político venezolano (Caracas, 1806 - 1865).

"Y si el despotismo levanta la voz".... le haremos frente como siempre lo hemos hecho los venezolanos desde que mandamos pal'ca a Emparam y a su Madre Patria. Después de sacar a los españoles y quedarnos con el coroto, ha sido largo el camino recorrido para aproximarnos a la democracia por la que tenemos doscientos años de guerras, guerrillas, caudillos y montoneras.

Pero hay algo llamativo en la historia de la sucesión presidencial: todos aquellos que han querido perpetuarse en el poder han encontrado resistencia, ya sea de los ciudadanos o del destino. Como el caso de José Antonio Páez, quien se exiló después de su tercera Presidencia, con la gente ya cansada de su mando.

O como José Tadeo Monagas, que renunció a su segundo mandato y cuando se lanzó a su tercera candidatura a la Presidencia, su condición de octogenario le jugó una mala pasada con una pulmonía que se lo llevó al más allá antes de que se terciara nuevamente la banda presidencial.

O como Antonio Guzmán Blanco, un déspota ilustrado que gobernó tres períodos pero no completó el último porque se fue a París alegándole a su esposa Ana Teresa: "Vámonos, mija, de este país donde las gallinas cantan como gallos".

Caso distinto fue el de Juan Vicente Gómez, quien permaneció durante casi tres décadas en el poder, reformando la Constitución a su antojo y poniendo a Presidentes títeres, para que creyeran que lo de él no era una presidencia vitalicia y mucho menos continua. La repentina prosperidad de Venezuela con el descubrimiento del petróleo, una sagaz política exterior que lo protegió de invasiones, una acertada conducción del erario público (no dejó un centavo de deuda aunque sus familiares y amigos se enriquecieron groseramente) y la oferta ladina de "unión, paz y trabajo" lo atornillaron al mando.

Tenía un rasgo común con la posterior dictadura de Marcos Pérez Jiménez: si no te metes conmigo puedes vivir en paz pero si te opones acabo contigo. Sin embargo, ambos tiranos encontraron resistencia en venezolanos que lucharon porque su país fuese libre y democrático. La historia posterior, el cómo y por qué tenemos nuevamente a un gobernante que quiere hacer lo que le dé le gana con el país y con los venezolanos es un cuento que ustedes conocen tan bien como yo.

La diferencia con anteriores regímenes dictatoriales (aparte del origen constitucional del actual mando) es la presencia de unos medios de comunicación globalizados que hacen del más leve suspiro del tirano un ronquido que se oye en el mundo entero.

La autopista de la información que lleva y trae todas las informaciones, veraces o no, es lo que ha comunicado a los venezolanos del mundo entero, es lo que ha expuesto al régimen ante todo el planeta; ha sido la barrera mediática la que ha logrado de alguna manera imponer límites a la autocracia.

Y él está tan consciente de eso que he ahí la explicación de la Ley Mordaza, del acoso tributario contra los medios, de la penalización de la opinión, de la gigantesca inversión política y financiera para levantar una red de medios oficialistas y alternativos que respondan a su sola voz de mando y a un solo criterio político. La obsesión por el control de los medios que aún no controla la voracidad comunicacional del régimen, lo llevó a cometer el peor error de su prolongado gobierno: cerrar a RCTV. En todas las encuestas se señala una caída en la popularidad de Chávez en casi 13%, mientras que el rechazo a la medida tocó picos de 75%.

Pese a todos sus dolarizados lobbies ante los organismos mundiales, internacionalmente ya se tiene la certeza de que Chávez no está actuando como un demócrata, que ha exterminado la separación de poderes, que maneja las leyes a su libre albedrío, que comete arbitrariedades contra la población. Al parecer el único que cree que en Venezuela está plenamente vigente la democracia es ese Secretario General de la OEA a quien Chávez calificó de "pendejo desde la p hasta la o". Ahora entendemos por qué.

En el siguiente capítulo de esta historia, la Asamblea de serviles del Presidente y no del pueblo que los eligió, están tratando en vivo y en directo de convencernos que el Jefe no se quiere quedar en Miraflores hasta que se muera sino que si nosotros queremos elegirlo, si la Constitución le da el derecho de presentar su candidatura en forma "continua", pues él gracias a esa Constitución aprobada por sus secuaces y a la buena voluntad de su CNE, estará en forma vitalicia en la Presidencia de la República Socialista del Siglo XXI de Venezuela.

Por ahora, el 82% de los venezolanos dicen que no a la reelección indefinida, continua, vitalicia o como el gobierno tan dado a esos engaños idiomáticos guste llamar.

Endulzar a los cadetes regalándoles carros iraníes, aumentar el 30% del sueldo a los militares, ascender al que grite más alto "Patria, Socialismo o Muerte", llenarlos de juguetitos de guerra comprados a Rusia, Bielorrusia o Irán es la táctica para mantener bajo su bota al componente militar.

Insultar y descalificar a la Iglesia golpea directamente a las bases morales del país, esas que él quiere reedificar bajo nuevos cánones, unos donde el oscurantismo, el fanatismo y el fin que justifica cualquier medio, prive.

El ocaso de la empresa y de la propiedad privada ha sido decretado por leyes agobiantes, por invasiones, por impuestos, por la competencia desleal del gobierno, por el abuso del dinero público para comprar lo que quiera "el proceso" (nombre estúpido que le dan al plan de torcerle el brazo a quien se oponga), por la aniquilación de las instituciones.

En el cementerio de "la revolución" (así llaman al arte de destruir lo existente, incluso y sobre todo, lo que funciona bien o da alguna felicidad a los venezolanos decentes) están la justicia, las elecciones limpias, las Fuerzas Armadas apolíticas y no deliberantes, Pdvsa y la paz ciudadana. Por exterminar está la formación académica, la religión y por supuesto, los medios de comunicación independientes.

De cómo los seis millones de votos que sacó Chávez en su última reelección se convirtieron en 1.400.000 inscritos en el partido único, logrados a gota gorda entre los empleados públicos y su familia, los contratistas y hasta en el público de la Copa América, es un misterio. Para mí, que oigo y veo lo que sucede en las calles de Venezuela, ésa es la mejor prueba de cómo está controlado el sistema electoral.

Aquí todo el mundo está arrecho: las universidades porque le quieren arrebatar su autonomía y convertirlas en "universidades socialistas"; los empleados públicos porque pese a los aumentos no logran alcanzar la inflación; las amas de casa porque la escasez las tienen locas; los estudiantes porque quieren un país donde poder vivir; los periodistas porque queremos tener libertad de expresar noticias y opiniones sin que nadie nos castigue después; los curas porque ya está bueno que les pongan a Satanás debajo de la sotana; los agricultores y ganaderos porque han perdido todo en manos de la inseguridad y de los controles del gobierno; los invasores porque no terminan de darle la casita que les ofrecieron; los transportistas porque bueno, ellos siempre están bravos por algo; la cultura porque el gobierno ha avasallado todos los espacios para sustituirlos por patanería y politiquería.

Están molestos hasta los chavistas que también tienen sus aspiraciones, porque se preguntan (r)y este no va a dejar la silla para más nadie? Entre tanta furia adversa, sería realmente una osadía insistir en permanecer en Miraflores "ad eternum". Pero si sus predecesores se atrevieron a querer perpetuarse y si es verdad que al tigre no le importa una raya más, (r)por qué no demostrar que él es uno desde la d hasta la r?.... Hasta el próximo miércoles

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