Baduel, Vielma Mora y el emperador

De poco valen los sesudos análisis sobre la intención de las palabras pronunciados por altos jerarcas del Gobierno (bien sean estos civiles o militares), a veces con claridad meridiana, otras no tanto. Cuanto más críptico es el lenguaje, más imaginativas y fantasiosas son las interpretaciones… Y sin quererlo, tal vez, éstas contribuyan a desviar la atención de la sociedad democrática.

No es nuestro propósito minimizar, artificialmente, la diversidad de temas reiteradamente disparados, a quemarropa, desde la trinchera de la incontinencia verbal del teniente coronel. Sencillamente, la piedra angular para seguir el camino del comunismo cubano es la del continuismo que se pretende instaurar en la nueva constitución. Una vez logrado este deseo, todo lo demás vendrá por añadidura.

“A llorar al Valle”, habrá que decirles a los indiferentes, a los ingenuos creyentes de que aquí no va a pasar nada distinto a lo que ya tenemos.

Los problemas internos de los militares, ventilados en las intervenciones públicas de los generales Baduel y Müller Rojas, solamente sirven para demostrar lo mismo que ocurre en la sociedad venezolana: vivimos momentos de profundas discusiones sobre el futuro de nuestra democracia, en el marco de la pérdida gradual de las libertades ciudadanas.

Al menos “por ahora” no debemos llamarnos a engaños sobre pronunciamientos de fuerza “salvadores”… sin una fuerte participación del pueblo, cansado de tantas añagazas y manipulaciones demagógicas.

Si no se construye el músculo civil necesario para enfrentar la conmoción autocrática chavista, estrenaremos en 2008 la nueva constitución comunista, sucedánea de la cubana.

Las declaraciones de Vielma Mora sobre las variadas modalidades de propiedad y las novísimas ideas económicas del socialismo del siglo XXI, en el cual pueden “sobrevivir”, sin problemas, distintos tipos de economías, sólo buscan bajar las tensiones. De paso, los chinos deberían estudiar estas nuevas tesis para así mejorar su concepción de “un país, dos sistemas”: una cohabitación entre un régimen comunista y una economía capitalista, en la cual la propiedad privada desempeña un rol fundamental.

El menjurje bolivariano va más allá, e intenta “reciclar” la funesta economía del llamado socialismo real del siglo pasado. Ese, también, será el camino hacia la destrucción del país y, por tanto, de la revolución bolivariana-chavista. La Historia es terca. No sigue, a pies juntillas, los designios de gobernantes déspotas. A veces se antoja contradictoria, otras veces tiene un movimiento pendular. Camina pausadamente…, da saltos bruscos. Avanza o retrocede en períodos cortos o largos.

Para el caudillo único la situación no es fácil. El desastre económico, la destrucción de la producción privada, la regaladera de dinero en el exterior y la corrupción enseñoreada, tarde o temprano, harán despertar a todos los venezolanos (chavistas o escuálidos), independientemente de su condición social del sueño de la engañosa prosperidad existente. Igual sucedió durante la última dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. La economía terminará vengándose de la política, como ha ocurrido históricamente… El tan alabado soberano le reclamará cívicamente a Chávez el fracaso estruendoso de sus políticas económicas. De nada valdrán las largas peroratas y las cadenas de radio y televisión. Amor con hambre no dura, ¿verdad Daniel Ortega?
Freddy Lepage
El Nacional