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viernes, 8 de junio de 2007

Que paliza. Tal cual

¡Qué paliza!

Simón Boccanegra
Para ver quién ganó en el episodio de ayer no hay sino que fijarse en la reacción de los hombres y mujeres del poder. Si se hubieran sentido victoriosos, a Cilia Flores no le habría dado esa pataleta; si supieran que habían ganado, las patotas de Lina Ron no habrían actuado tan cobardemente como lo hicieron; pero, sobre todo, si supieran que habían ganado el round,Yo-El-Supremo no se habría sentido compelido a montar una cadena precisamente para ocuparse de unos muchachos universitarios y tratar de elevarle la moral a los suyos.


El balance del episodio, más allá de lo que cada bando pueda atribuirse, está en el lenguaje político y gestual del régimen. Los carajit@s se la volvieron a comer. Creyeron los paniaguados de Chávez que los podrían emboscar, pero salieron trasquilados. Creyeron que los habían llevado a su terreno y se cayeron de un coco. Con firmeza y serenidad los universitarios dijeron -muy brillantemente, por cierto- que para debates el escenario es la universidad y la calle y no ese chiquero en que se ha convertido el Capitolio; que allí habían ido a hacer valer sus derechos y no a discutir sobre ellos y que tampoco iban a pelear en el terreno del gobierno.Y con las mismas se fueron, después de ganar esa otra pelea simbólica que fue despojarse de las franelas rojas. La cadena de Yo-El-Supremo fue un gran fin de fiesta. Quién decía que águila no caza moscas, bajó del pedestal que le han construido los diversos jalabolas que lo rodean, para tratar de remendarle el capote a sus “representantes” -que con excepción de una de las chicas, que mostró tener algo en la cabeza, no hacían sino repetir la chuleta de los rancios y acartonados textos de las cartillas ideológicas cubanas. Esos muchachos y muchachas que representaban al régimen deberían reflexionar sobre el triste papel que los ponen a jugar. Llevarlos a un “debate”, con la calle tomada por agresivas patotas de matones y negada policialmente a los compañeros de sus adversarios, no es como para enorgullecerse. Eso no sólo es ventajismo sino pura cobardía. Construir un movimiento estudiantil apoyado por la policía y por mercenarios tarifados es, en sí mismo, una aberrante negación del espíritu juvenil.
Tomado de A traves de venezuela

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