Las cinco patas del gato

Miguel Sanmartín // El Universal
La mesa revolucionaria se desbarató. Le fallaron las patas. Tenía cinco. Si acaso le queda una. ¿Los (supuestamente) realitos ilimitados de Pdvsa? Según los teóricos que defendían el "proceso" de implantación de una autocracia militarista en el país, los demás puntos de apoyo serían la (hipotética) popularidad indestructible del caudillo, el (inexistente) partido único y la (figurada) incondicionalidad de la Fuerza Armada Bolivariana.
Todo esto resultó falaz. Y fugaz. Dichas patas no funcionaron como el soporte que se pretendía para constitucionalizar la aspirada dictadura castrocomunista. Una sociedad democrática, pacífica, madura y consciente de sus deberes y derechos ciudadanos se lo impidió. Y con votos, por ahora.
El ejercicio del poder en forma sectaria y violenta, radical y voluble, mediante el insulto y la descalificación, le pasó factura. El país, el no chavista y el chavista también, le cobró en las urnas, con intereses, su incapacidad y desidia para resolver la criminalidad, la inflación, el desempleo, la falta de vivienda, el deterioro de hospitales y escuelas, el mal estado de la vialidad y, lo más reciente, la creciente escasez de alimentos, medicinas y otros bienes esenciales. Le cobró, asimismo, el cierre de Rctv, la lista "Tascón", la razzia en Pdvsa, las ofensas a la Iglesia Católica, la compra innecesaria de armas de guerra y la regaladera de plata en el exterior. Pero también por el deterioro de las misiones, la corrupción, las invasiones y el miedo a perder la propiedad con tanto sacrificio adquirida.
En su desesperación y cólera por la derrota refrendaria y por el adquirido desprestigio internacional producto de su temperamento pendenciero, irreverente, el abatido Emperador Tropical lanza flechas en toda dirección sin aceptar que su único y real enemigo es el modelo personalista, centralista, rentista y estatista que pretende imponerle a los venezolanos a través de una presidencia vitalicia.
Vienen momentos complicados y duros para el régimen y el país. Sus efectos, sin embargo, pudieran neutralizarse con algunos ajustes y el cambio de rumbo del llamado socialismo del siglo XXI. Pero esto parece impensable si no media una crisis social de alto rango con todas sus consecuencias implícitas. Las medidas que se tomen (devaluación, aumento de la gasolina, liberación de precios, ajuste de tasas, etc.) serán pastillas para sobrevivir y no remedios estructurales para enderezar el caótico rumbo del país.
La sociedad toda, independientemente del color que hoy viste, que se prepare para enfrentar la tolvanera que viene y, en su momento, súmete al rescate y reconstrucción del país destruido por un capricho personal. La dirigencia política, por su lado, construya con credibilidad y eficacia el proyecto alternativo de sociedad moderna, pacífica, incluyente y próspera que merecen los venezolanos.
msanmartin@eluniversal.com