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miércoles, 12 de diciembre de 2007

Gracias por favores recibidos


Antonio Cova Maduro //
Las apariciones diarias de quien quedó con los crespos hechos son dignas de agradecimiento

Cómo no darle gracias a tanta gente -y variadas circunstancias- que tan decisivos fueron para la hazaña democrática del 2D? En primer lugar, a los millones de tercos venezolanos, nacidos aquí o llegados de fuera, que desobedeciendo al insidioso rumor que insistía en que "te robarán el voto sin importar lo que hagas", acudieron a las urnas ese domingo.

A los miles de venezolanos que, quedándose en las mesas para ser fieles a la misión con la que se habían comprometido, de ser testigos, no sólo de esos votos, sino de la limpieza del proceso todo, impidieron con su presencia atenta y sus ojos de águila, que fuese posible secuestrar y canjear sus votos. Sin su estoica actitud y comportamiento acorde, los venezolanos no estaríamos hoy tan orgullosos como estamos de haber recuperado el voto, que el régimen se había esforzado por convertir en papel tualé.

Esa díada de quienes acudieron masivamente a negarle la franquicia a Hugo Chávez para hacer lo que le viniera en gana -en cierto modo, a coronarlo monarca, contra la reiterada opinión de Bolívar, que en acta consta- con quienes con esmero cuidaron sus papeletas, fue decisiva para los sorprendentes resultados.

Gracias también a quienes le endosaron esa corona votando SÍ y que desde los inicios de esa larga noche hicieron lo que todo perdedor hace: esfumarse. Y con ellos, sus masivos medios, que de consuno conspiran para que el pueblo sólo reciba la versión que Miraflores quiere de las cosas. Es ésa y no otra la verdadera "conspiración mediática" que funciona en Venezuela. Al hacer mutis y/o actuar como si aquí no hubiese habido ese día una elección crucial, certificaron lo que hoy saboreamos: una derrota histórica.

Y gracias, muchas gracias, a los representantes del bloque del NO, por haber aprendido la lección de anteriores derrotas y estar sobre aviso. De esa actitud y de la conducta de ella derivada dependió que la voluntad mayoritaria fuese respetada. Toda Venezuela, y más allá, espera que esas horas sean narradas con la mayor fidelidad posible, para que podamos apreciar lo atinado de ese esfuerzo y lo vital de esas horas en las que los acólitos de Hugo Chávez intentaron en vano torcer la voluntad popular.

Pero es preciso, también, dar las gracias a actores decisivos de las últimas semanas, las de ese noviembre agónico. En primer lugar, a Hugo Chávez quien se portó "a la altura" en ese período decisivo. Gracias a lo que él ahora considera fue harto inoportuno, tuvimos esa reforma express, por la vía de 80, y gracias al atropello que con su anuencia -¿o su mandato?- llevó a cabo esa impúdica Asamblea Nacional cuando impuso intragables ar- tículos adicionales a tan malhadada reforma.

Gracias también a su incredulidad. Hugo Chávez mostró ante todos que nocree en encuestas. Si todas ellas le gritaban que podía perder, ¿cómo es que se sorprendió con los desastrosos resultados que para él tuvieron? ¿Cómo pudo desperdiciar el servilismo de los magistrados de eso que llaman Tribunal Supremo y hacerles negar, con tozudez reiterada, cualquier diferimiento indefinido de la reforma? ¿Es que prefería el cataclismo que hoy, con infortunio sobrelleva antes que emprender una inteligente retirada?

Y gracias mil a sus acólitos, a quienes él azuza. ¿Cómo ser mezquinos con la más destacada, la señora Varela? Sin su "performance" en la Televisión andina -que recorrió el mundo- y sus malandros motorizados el mismo 2D, el Táchira no hubiese respondido con la contundencia con que lo hizo. ¡Gracias, muchas gracias!

Y por el país entero, el despliegue de arrogancia y agresión de los suyos fue de gran ayuda. Y lo hicieron voluntariamente, gratis pues. En efecto, sin la labor tenaz de arquetipos bolivarianos como Acosta Carlés y Tarek William esos estados no hubiesen respondido con el alud de votos que nos brindaron. ¡Gracias, gracias infinitas!

Y cuando luego de ese estruendoso triunfo apareció el peligro de dormirnos en los laureles, de una imagen respetable del derrotado en la escena internacional, de la "desmovilización", en suma -contra la que nos alerta todos los días el general Baduel- las agobiantes apariciones diarias de quien quedó con los crespos hechos son dignas de nuestro eterno agradecimiento.

Aunque nos amargue las Pascuas, Hugo Chávez merece un reconocimiento final: al querer que por nada del mundo le olvidemos, nos hace ver que, como dijo San Pedro, "vuestro enemigo el Diablo merodea sin descanso buscando a quien devorar". Ojo atento, pues y garrote en mano.

antave38@yahoo.com

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