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jueves, 1 de noviembre de 2007

¡Pasta Ya!


Teodoro Petkoff - TalCual
El Plan de Destrucción de Venezuela está en marcha. La Reforma simplemente lo acelerará. Quien lo sabe bien es el venezolano de menores recursos.
Porque, en medio de un aguacero de dólares de proporciones bíblicas, sin precedentes en nuestra historia, el país está sometido a una presión de alza en los precios que ya se le fue de la manos a Chacumbele y, además, hay productos más caros que ningún otro, que son los que no se consiguen, tragados por las fauces del control de precios y de la corrupción que va a galope tendido en Mercal.
Recientemente, los sabios que rigen la política económica, se vieron obligados a subir los precios de la pasta en 58% y el del pan en 18%, así como el de la harina de trigo en 18,6%. Ahora comerse un plato de espaguetis va a ser más difícil que comer caviar. Ese es el resultado de la terquedad imbécil que caracteriza a todos los que creen que los controles dominan la inflación.
En lugar de acompasar los ajustes en los precios controlados con la frecuencia que aconseja un proceso inflacionario que afecta todos los costos, los mantienen inalterables durante tres años, como ha sido el caso precisamente de la pasta, el pan y el trigo, de modo que cuando ya los productores están al borde la quiebra y no les queda otro camino que cerrar sus empresas porque las pérdidas son insostenibles, los sabios de los minpopos de la economía hacen ajustes brutales, como los que se acaban de producir, y cuyo efecto inflacionario será muy duro, porque se trata de los alimentos básicos de la mesa popular, en particular la pasta, el brinco de cuyo precio es de canguro.
La futilidad de una política de "managear" la inflación a nivel micro, mediante controles, la revela contundentemente este ajuste de precios. Es obvio que los controles, con ajustes muy demorados en el tiempo, continuarán produciendo distorsiones, que afectarán negativamente los incentivos a la producción, empeorando la escasez –cuyo índice, registrado por el banco Central alcanza una cifra sobrecogedora cercana al 30%. Uno de cada tres productos de primera necesidad, con precios controlados, no existe en los anaqueles, ni de Mercal ni de los supermercados privados.
La inflación acumulada en alimentos, en los últimos tres años, alcanza el 81,4%, y en septiembre, la inflación anual en alimentos llega a 18,7%, contra una inflación anual (septiembre 2006-septiembre 2007) de 15,3%.
Los pobres, como se sabe, gastan la mayor parte de su ingreso en alimentos, de modo que la "revolución socialista" está castigando inclementemente la economía de los hogares populares.

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