Ahora es contra el Pueblo

Por Argelia Ríos
Diario TalCual

N o hay otra opción que votar. No sólo por la oportunidad que representan las circunstancias numéricas, sino por las secuelas que desde ya se le vislumbran al país democrático, tras la jornada del domingo próximo. Todas las dudas son válidas. El sistema electoral ha sido diseñado para fomentar la desconfianza de los ciudadanos y manipular a gusto la variable abstención-participación, a modo de favorecer los intereses del régimen.

En Venezuela los eventos comiciales se han convertido en actos de burda imitación. Ese solo hecho exige de la gente una actitud de resistencia frente a la pretensión de destruir el voto como instrumento decisorio de cambios y de alternabilidad.

Quienes aspiran a que el sufragio rescate el poderoso espíritu que le rodea no poseen otra alternativa que dotarlo del contenido que el gobierno ha buscado destruir para relativizar este derecho hasta convertirlo en una propiedad de uso exclusivo de sus seguidores. Hacia allá apunta el empoderamiento planteado por el presidente, quien se ha formulado el objetivo de restringir gradualmente el acceso a ese derecho, cuyo ejercicio quedaría limitado a los miembros más "participativos y protagónicos" del PSUV.

Si Chávez ahuecó al voto, la sociedad tiene el deber de llenar el vacío, insistiendo en reclamar para él su ánimo genuino. La participación masiva constituiría un nuevo reclamo, que servirá para refrendar sonoramente la existencia de un componente nacional al que la revolución le niega reconocimiento. Asistir a las urnas el 2D es un gesto de protesta superior para denunciar ese desconocimiento, que procura la desmoralización del mundo de la crítica.

Hoy, como nunca antes, la coyuntura promete desarrollos más que interesantes. La reforma es impopular hasta en los sectores que le han sido fieles al comandante y que hoy comienzan a temerle. Por tanto, el momento es de oro para involucrar a las franjas pobres del país en la denuncia de un sistema electoral viciado por el ventajismo.

Chávez ha señalado que "las verdaderas encuestas están en la calle": una expresión típica de los derrotados, que significa también la validación de las encuestas que anuncian el extraordinario potencial del NO.

En esta ocasión, un fraude no se cometería sólo en contra del "escualidismo". El campo de sus dolientes se ampliaría hacia esos segmentos humildes, generando un escenario de reencuentro progresivo de los dos bandos.

Por eso, el "después" -que no será un día, sino un largo trayecto de acontecimientos y descomposiciones- presagia un giro radical en el inventario de los conflictos futuros.