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domingo, 14 de octubre de 2007

¿Y si los ciudadanos opinaran?


Carlos Blanco // Tiempo de Palabra
¿Y si los ciudadanos opinaran?

La idea de someter a referendo la pérdida de derechos es inadmisible. No hay nadie, en el campo de la disidencia, que piense que la Constitución, de aprobarse, no sería una violación de derechos y garantías; posición que comparten sectores importantes del chavismo. Lo que quedaría ante esa situación es procurar que no hubiese referendo. La disidencia no tiene fuerza organizada como para impedir, a la brava, su realización; y no parece haber quien se lo proponga. Sin dejar de hacer notar que la GN, airadamente protestó y obligó a Chávez a retroceder; y que los civiles hicieron que, al menos algunos del Gobierno, recularan en materia de propiedad privada.

Sin embargo, a la oposición se le hace difícil impedir el referendo. Sólo sería posible con un incremento de la resistencia civil y militar que cuestionara la continuidad de Chávez en Miraflores, lo cual haría que éste intentara retroceder.

Sin embargo, supóngase que el referendo va y que la ciudadanía tiene que escoger entre votar o abstenerse. En la oposición hay un debate sobre la mejor manera de afrontar el nuevo zarpazo de la autocracia militarista. Un grupo dirigente cree que hay que participar para votar por el No; mientras que vastos sectores ciudadanos piensan que la mejor opción es la abstención. ¿Por qué, entonces, no consultar?, ¿por qué no auscultar la posición mayoritaria a través de encuestas serias, asambleas populares y deliberaciones abiertas? En todos los casos, con el previo compromiso de adoptar la posición que sea mayoritaria dentro de los sectores democráticos.

Razones para Votar

Entre las razones que los promotores de la participación han esgrimido figura la de que, por primera vez, todas las encuestas dicen que Chávez perdería una consulta electoral y que sería desaprovechar una inmensa oportunidad de derrotarlo. Otros, más realistas, que también estiman que hay que votar por el No, aseguran que si Chávez ganara con trampa sería el momento de desenmascararlo.

Sostienen los participantes que Chávez ha ganado no por el fraude sino porque en realidad ha contado con los votos que, en esta oportunidad, no tendría. Se suma un argumento muy poderoso cuando se dice que si la oposición votara por el No, se abriría una posibilidad de confluencia con los chavistas que no pueden abstenerse porque los botan de sus empleos, pero que también están en contra de la nueva Constitución.

Los promotores de la participación aseguran que la ciudadanía democrática se abstuvo en 2005 y eso "no sirvió para nada". En esta línea insisten que si hay abstención entonces ganaría Chávez con comodidad y los abstencionistas, cómodos en sus casas, contribuirían a una nueva e incuestionable victoria presidencial.

Un argumento que no se expresa en voz alta es que si se va a la abstención entonces no habría demasiada autoridad para postular candidatos a gobernadores y alcaldes en las elecciones de 2008.

Razones para No votar

En la acera de enfrente se encuentran quienes dicen que ir a votar en unas elecciones signadas totalmente por el fraude, es hacerle el juego al régimen y permitir que se llene la boca con la legitimidad que una victoria manipulada le garantizaría, avalada por la oposición.

La posición abstencionista considera que no es la primera vez que Chávez pierde en las encuestas y gana en el CNE. Ya ocurrió con el referendo revocatorio, que hubo de ser aplazado para completar el fraude con el RE, las maquinitas y toda la parafernalia que rodeó esa consulta. La abstención de más de 83% en 2005 certificó -se sostiene- las condiciones en que el autoritarismo se desenvolvía, le dio a la sociedad una sensación de victoria y puso en evidencia internacionalmente a Chávez.

Se admite que la victoria se diluyó, no por la abstención sino por otros factores, como la carencia de una dirección política. Los abstencionistas de 2005 no lo fueron en 2006 al votar por Manuel Rosales, a pesar de las dudas que había en muchos sectores, y esa prometida victoria se diluyó. Consta que el mismo día de las elecciones los dirigentes del Comando de Rosales decían que sí se estaba ganando y que se iba "a cobrar". Ya se sabe lo que pasó. La decepción se instaló y es lo que propulsa con mayor fuerza el espíritu abstencionista.

Si no sirvió la casi mitad opositora de la AN que había hasta 2005 menos iban a servir 12 diputados que era lo que el Gobierno iba a permitir elegir, si no hubiese habido abstención. En algunos sectores hay la sospecha que la promoción de la participación hoy está ligada a las ganas de presentarse en las elecciones de 2008, lo cual, desde esta visión, sería producto de las ambiciones de los dirigentes partidistas y no de las necesidades de los demócratas.

Sinrazones de Razones

Todos los sectores de la disidencia, incluidos los que a la callada están dentro del chavismo, se manifiestan en contra de la nueva Constitución. Éste es un hecho importante desde la perspectiva de la conciencia democrática; sin embargo, como se sabe, no hay unidad sobre cómo materializar el rechazo. En este sentido, los promotores de la participación están cometiendo un error estratégico sumamente grave y es atribuirle a los abstencionistas -y no a las trampas y al fraude oficial- la aprobación de la nueva Constitución. Es un error por dos gruesas razones; porque no asumen que la abstención es un resultado de la experiencia traumática por los fraudes del CNE y no es una causa originaria. Y, además, porque renuncian de antemano a dirigir a ese vasto sector de la población, por lo cual su promesa es ser dirigentes de nada y de nadie.

En todo caso, la realidad más profunda es que mientras no se diga qué pasa el día después, no se formule un plan que le dé significado a lo que se haga el día del referendo, votar o no votar sólo tendrá sentido desde la perspectiva de la conciencia individual. No quedará mucho, a menos que se formule desde ya una política. Diego Bautista Urbaneja, en este mismo diario, ha colocado las cosas en el terreno de la estrategia: "¿ la aprobación de la propuesta constitucional de Hugo Chávez daría lugar a una situación constitucionalmente monstruosa, carente de legitimidad sustantiva. El país entraría en una situación de sustancial ilegitimidad, con respecto a la cual el deber de obediencia queda disuelto, y ésta se producirá sólo por razones de hecho; es decir, por la pura capacidad que en los hechos tenga el Gobierno de que su voluntad y sus decisiones se cumplan gracias a los recursos políticos, militares, económicos, de popularidad... de que disponga." Si la oposición se sumara a la tesis de Urbaneja sobre la ilegitimidad de Chávez con esta Constitución y adoptara una posición unitaria en el referendo, basada en la consulta a la opinión de los demócratas, las consecuencias políticas serían torrenciales.

carlos.blanco@comcast.net

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