Myanmar: Lección para Venezuela

Adolfo P. Salgueiro // El Universal

Allá no están practicando paros con bailoterapia, ni de vacaciones en Disneyworld

En el campo de los que no somos afectos al actual Gobierno la gente se pregunta por qué la comunidad internacional, y muy especialmente los organismos que se ocupan de derechos humanos y/o de la democracia hacen poco o nada por resaltar la inexorable marcha hacia el abismo que vive nuestra patria.

Se esgrimen razones: que si Lula guabinea, que si Uribe se la cala para no perjudicar el floreciente comercio bilateral, que si Kirchner disimula mientras pueda exprimir la billetera petrolera, que si Tabaré se pone el pañuelo en la nariz mientras extiende la mano receptora, que si Insulza y la OEA miran para otro lado porque tienen las manos atadas, que los caribeños son profesionales del chuleo porque no les queda otra, etc.

Mientras tanto Myanmar, un país de cuya existencia pocos tenían noticia hace apenas tres semanas, viene ocupando los titulares de la prensa mundial incluyendo la venezolana trayendo a nuestro conocimiento los excesos que allá comete un régimen que bien puede tener características comunes con el que nos espera si pasa el proyecto de reforma constitucional.

¿Qué será lo que ha producido que en tan poco tiempo el caso de las violaciones a los derechos humanos , la convivencia democrática, la propiedad y la vida en Myanmar haya conseguido no solo notoriedad periodística sino -y nada menos- que llegar a los estrados del Consejo de Seguridad de la ONU, logrando que el secretario general de la organización envíe un emisario especial al escenario de los hechos y que jefes de estado y de gobierno hayan emitido fuertes declaraciones? Myanmar, como Venezuela, es país con explotación petrolera y fuerte extracción de piedras preciosas de alto valor comercial.

En nuestra opinión la primera diferencia es que el pueblo allá se cansó de tanto abuso, corrupción y desigualdad mientras que en nuestro paraíso tropical pareciera que siempre hay lugar para más guachafita y para que sea otro quien haga el esfuerzo.

En segundo lugar allá existe una -y solo una- líder de la oposición: la Sra. Aun San Suu Kyi quien además de mujer es Premio Nobel de la Paz (1991), exhibe ovarios bien atornillados, lleva años en arresto domiciliario y no tiene rabo de paja ni complejos de IV República.

En tercer lugar han aparecido unos monjes budistas ataviados en su túnica color azafrán que sin dejar de lado el mensaje pacifista han arriesgado vida y libertad para reclamar justicia y democracia. En el camino han ofrendado varias decenas de vidas y miles de presos propios y civiles del montón. Ellos no están practicando paros con bailoterapia, ni disputando el liderazgo de una oposición inorgánica que toma vacaciones para ir a Disneyworld. No se pretende aquí incitar al desbordamiento de sangre ni al fusilamiento de la economía. Sólo se afirma que nadie vendrá a nuestro rescate mientras no nos amarremos los pantalones con las privaciones que dan legitimidad al reclamo. Hummer, Audi y licor 18 años no son credenciales para lanzar un S.O.S. con posibilidad de ser escuchados.

¡Quién iba a decir que a lo mejor tenemos algo que aprender de Myanmar, hasta ayer tan lejano e ignoto!

apsalgueiro@cantv.net