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sábado, 27 de octubre de 2007

La educación según los comunistas


Elías Pino Iturrieta //
La revolución bolchevique dejó innumerables testimonios sobre el manejo de la educación como herramienta de dominio sobre las voluntades, hasta el punto de convertirlas en piezas de sumisión absoluta a los propósitos del régimen. Hoy, cuando se pretende en Venezuela un proceso de ideologización a través de las aulas, cuya meta consiste en la homogeneización de las conductas y en el destierro del pensamiento crítico, conviene un vistazo a las intenciones de los soviéticos en relación con la fábrica de un "hombre nuevo". El intento, pese a lo que pueda diferenciarlo ronda en la cabeza de quienes tratan de crear "revolucionarios" a la venezolana.

Para los soviéticos del período fundacional, la educación era el principal canal para la transformación política de los hombres. De allí la creación de una red de escuelas y de ligas para niños y jóvenes que arranca en 1920 -los pioneros y el komsomol- partiendo de las teorías de Lilina Zinoviev, una de las precursoras de la nueva pedagogía. Había declarado la Zinoviev dos años antes, en el Congreso de Educación Pública convocado por el partido: "tenemos que convertir a la joven generación en una generación de comunistas. Los niños, como cera blanda, son muy maleables y deberían ser moldeados para convertirse en buenos comunistas. Tenemos que rescatar a los niños de la dañina influencia de la vida familiar. Tenemos que nacionalizarlos. Obligar a la madre a entregar a su hijo al Estado soviético: esa es nuestra tarea". La intención fue reforzada más tarde por la orientación militarista de Trotsky, partiendo de la cual resolvieron los teóricos la subordinación del sistema educativo a las exigencias de la economía. Fue tan férreo el vuelco que produjo severas críticas del célebre camarada Lunacharsky, quien consideró que así se desviaban hasta extremos monstruosos los fines humanísticos de la revolución.

Trotsky no llegó a formarse una noción mecánica de la naturaleza humana, ni de la política cultural en sentido panorámico, pero rindió tributo a unas ideas que había expresado en 1916 y gracias a las cuales fue incapaz de detener el sentido castrense de los procesos de enseñanza. Había escrito entonces Trotsky: "¿Qué es el hombre? En absoluto se trata de un ser concluido o armonioso. No, todavía es una criatura enormemente horrible. La cuestión acerca de cómo educar y regular, de cómo mejorar y completar la construcción física y espiritual del hombre, es un problema colosal que sólo puede ser concebido sobre la base del socialismo. Producir una versión mejorada del hombre, esa es la tarea futura del comunismo. Y por eso tenemos que descubrir en primer lugar todo lo relativo al hombre, a su anatomía, a su fisiología y a esa parte de su fisiología que denominamos su psicología¿ Al final, mi querido Homo sapiens, voy a trabajar sobre ti". Una faena que compartía con entusiasmo Lenin, debido a la influencia ejercida en su pensamiento por el ingeniero estadounidense F.T. Taylor. Según Taylor, debía iniciarse una "gestión científica" que subdividiera y automatizara los hábitos del individuo hasta compenetrarlo a los requerimientos de la era industrial. Entusiasmado por las ideas del gringo, el poeta bolchevique Alexei Gastev, presidente del Instituto Central del Trabajo, puso en marcha la tarea de convertir a sus alumnos en "robots humanos". En eso pasó veinte años de su vida con el apoyo del oficialismo.

Mucho se ha escrito sobre la visita de Lenin al laboratorio de Pavlov, sucedida en octubre de 1919. Le interesaba controlar el comportamiento humano, tal y como hacía el científico con sus perros a través del método de los reflejos condicionados. "Quiero que las masas-cuentan que dijo entonces Vladimir Ilich a su atónito interlocutor- sigan un modelo comunista de pensamiento y reacción. El hombre puede ser corregido. El hombre puede ser convertido en lo que deseamos que sea". Muchos historiadores niegan la veracidad de la anécdota, pero ilustra sobre la contundente verdad en torno a cómo procuraban los comunistas la transformación radical de la naturaleza de los seres humanos para llevar a cabo sus designios de dominación. Tras esa idea se movió la pluma del filósofo Alexander Bogdanov, autor de El ingeniero Menni, una obra de 1913 que gozó del favor de la dirigencia bolchevique y en la cual se proclamaba la necesidad de "reunir los átomos de la gente y fusionarlos en un organismo humano único e inteligente".

¿Será esta la ingeniería del alma venezolana que pretenden los pedagogos del chavismo? ¿Será ese el destino del Homo sapiens que habita entre nosotros? Convendría que el ministro Chávez nos dijera cuánto de Lilina Zinoviev, de Trotsky, de Taylor, de Gastev, de Lenin y de Bogdanov llena su carpeta, antes de que ocurra la muerte del claustro universitario proclamada por el diputado Earle Herrera en la Asamblea Nacional.

eliaspinoitu@hotmail.com

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