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domingo, 28 de octubre de 2007

¿Es malo ser rico?


Héctor Strédel. NotiTarde

Con pose de filósofo afirma el golpista-presidente que es malo ser rico. Lo dijo por primera vez en una de sus archi-tediosas cadenas dominicales de radio y televisión. Y, autoconvencido de que con esa frase estaba acuñando un principio de validez universal, no pierde ocasión para repetirla.

La cuestión está en que, contrariamente a lo que predica, el golpista-presidente no solamente es rico y vive a pierna suelta como tal, sino que ya puede contabilizársele como uno de los hombres más ricos de la Tierra en los tiempos modernos, y acaso durante toda la historia. Porque no solamente concentra en sus manos, absolutamente, todos los poderes del Estado venezolano, de la Nación venezolana. Sino que, para colmar el vaso, la sumisa, obediente e incondicional Asamblea Nacional acaba de aprobar, dentro del proyecto de reforma que busca sustituir la Constitución vigente, endosarle el control y la administración del Tesoro Nacional y de las reservas internacionales. Desde luego que a su leal saber y entender.

No era necesario. Desde el comienzo de su gobierno inepto, militarista y corrupto, hace ya nueve años, el golpista-presidente ha venido manejando el Tesoro Nacional y todos los recursos del Estado como patrimonio propio. No hay poder legislativo ni contraloría alguna que le exija rendición de cuentas. Todos los meses inventa un viaje planetario. Su misma figura es exhibición máxima de despilfarro de nuevo rico. Se da todos los gustos que le apetezcan, con cargo al tesoro público. Reparte entre sus "panas", a manos llenas, los petrodólares venezolanos. Fidel, su comandante en jefe, en primer lugar. Le siguen el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Correa, el nicaragöense Ortega, el argentino Kirchner, y quién sabe cuántos más. Y, hacia adentro, ministros, magistrados, el fiscal, el contralor, el defensor del pueblo, los diputados de la Asamblea Nacional, los generales, los almirantes, los coroneles, los tenientes coroneles y, detrás, toda la cohorte de sigöíes y esbirros de su entorno, más la cercana parentela -entendiendo que la hija, el yerno y el nieto ocupan la residencia presidencial La Casona, con todos los gastos cubiertos por el Tesoro Nacional-.

Según publicación que circula por Internet, los ministros, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, los rectores del Consejo Nacional Electoral, los integrantes del Poder Ciudadano, los diputados de la Asamblea Nacional y los militares de alto rango devengan sueldos que suman decenas de millones de bolívares por mes. Privilegiado entre todos el ministro de Energía y Minas y presidente de Pdvsa, que percibe no decenas, sino centenas de millones por mes. Y aguinaldos no de quince días, o un mes, como cualquier funcionario o empleado público. Sino hasta de un año.

Desde luego, el golpista-presidente queda al margen. El es su propia medida. Mete la mano en el Tesoro Nacional hasta donde le venga en ganas.

Ser rico es malo, pues. Para los pendejos. Pero la frase tiene su explicación. Si Venezuela fuera un país de clase media poderosa, y si la clase obrera tuviera ocupación e ingresos que le garantizaran niveles mínimos de independencia, no habría lugar para que prosperara la política de dádivas mediante la cual el golpista-presidente compra conciencias y se aureola de buen gobernante. Sólo un país determinantemente pobre, paupérrimo, le garantiza la voluntad totalitaria, estalinista, de perpetuares en el Poder, de ser presidente vitalicio, como se busca mediante la reforma constitucional que está por aprobar la sumisa, la obediente, la incondicional Asamblea Nacional, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia, del Poder diz que Moral y de los altos mandos militares, con la bendición de Fidel Castro, el comandante en jefe y ductor indiscutido del golpista-presidente.

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