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miércoles, 26 de septiembre de 2007

Fuera de toda medida


Antonio Cova Maduro //

Mucho real tapa lo que sea. Lo que no hacen es evitar el colapso final

Tiempos hay en los que detenerse a oír, a oír con atención, resulta ser enormemente productivo. Sobre todo cuando se trata de oír a alguien que necesita oírse a sí mismo desesperadamente. Y algo peor: oír su eco repetidamente, oír cómo le alaban y le enaltecen y cómo le insisten en que el cumplimiento de un deber de oficio termina siendo algo excepcional y grandioso. Imagínense, ¡un Presidente que se ocupa de ejercer el cargo para el que fue electo! Milagroso, ¿no?

Justamente eso fue lo que tuve la experiencia de vivir la pasada semana. La cadena del viernes, donde lo más desagradable fue oír a un ministro que como que no se ha dado cuenta de que es eso, ministro del gobierno de un presidente. No, él se quedó petrificado en otra situación: la del soldado ante su superior militar. De allí su "Sí, mi comandante", que no podía evitar cada vez que debía contestar a la interpelación de su jefe; quien, por supuesto, jamás le corrigió. Tan a gusto estaba con oírle.

¿Y cuál era el objeto del diálogo pregunta-respuesta de parte del oficial y su soldado? Bueno, el motivo era la publicitada inauguración de servicios de salud de diálisis que, por supuesto, llevaban décadas esperando a que llegara este portento. Nunca ningún gobierno se había ocupado de eso, era la cantaleta, el estribillo. Somos, en consecuencia, realmente afortunados de que en este gigantesco despilfarro, pues ¡algo le quede a los riñones!

Lo interesante era lo que adornaba la perorata. No olvidemos cuál es el propósito fundamental de toda cadena: oírse a sí mismo, regodearse con su propia voz, dejar muy clara cuánta fortuna tenemos los venezolanos de estos tiempos. Ni los contemporáneos de JESUCRISTO que, al decir de la Biblia, superaron en suerte a todos los grandes patriarcas y profetas que no vivieron para disfrutarlo. Aquellos, como nosotros, podemos ser testigos de tanta grandeza, ¿a qué tanta queja pues?

Lo que se estaba inaugurando no era otra cosa que un abreboca, un minúsculo anticipo de lo que está por venir: grandes hospitales cubrirán la comarca, combinando el "hospital general" que hemos padecido hasta ahora, con grandes especialidades por región. Aquí aparece otro rasgo singular del único líder: un desdén por la experiencia pasada que más trasluce una supina ignorancia de lo que ha pasado y que sólo nos meterá en un berenjenal en muy poco tiempo.

En efecto, si algo ha sido fuente de todo tipo de problemas para una adecuada atención de la salud pública venezolana ha sido, precisamente, el hospital grande, o si prefieren el paquidermo hospitalario. Eso lo sabe cualquier experto en salud pública desde los tiempos de Leoni. Naturalmente que un militar no tiene por qué saberlo. El problema es cuando cree que sólo él lo sabe todo.

Lograr la coordinación entre los diferentes servicios, la cooperación entre los muy diversos profesionales de la salud, y lo más importante: el manejo de miles de usuarios día tras día, es como para enfriarle el guarapo a cualquier gerencia, por muy bolivariana que sea y por muy respaldada en bolívares que se encuentre.

Nunca hubo en toda la cadena, por parte de La Única Voz, la más leve admisión de que eso pudiera no ser posible de lograr, nunca hubo un "bueno, vamos a tratar de&". Todo es posible, y él único requisito es que "lo quiera Yo". Y allí, como río en conuco fluían -mejor, se desbordaban- todo tipo de nuevos hospitales, nuevas estructuras de salud. En ese momento entendí, sin que nadie tuviera que explicármelo, por qué luce tan atornillado el ministro Ramírez: es la caja chica; ¡es, en una palabra, su Cubagua!

En efecto, al igual que en la Cubagua del temprano siglo XVI venezolano, el todo de la charada consiste en bajar cada vez más profundo a sacar y sacar perlas, sin pensar que se agotan las madreperlas. No; hay real pa'todo, y por los siglos de los siglos, ¡amén!

Hay inagotables petrodólares, que complacerán a Tabaré -otro invitado de la cadena- y a los alcaldes y militares de Bolivia cuando les llega Evo con su carga de cheques bolivarianos (que por lo que se ve sólo generan ingratitud entre sus receptores. ¡Malaya!) y mantendrán a flote la frágil economía argentina.

Pero claro, estamos en elecciones y hay que volverse un Rey Mago para con estos electores, que no cesan de pedir al tiempo que no dejan de mamar. Muchas obras cubrirán sus dudas y garantizarán su seguro Sí a la reforma. Mucho real tapa lo que sea. Lo que no hacen -todo lo contrario- es evitar el colapso final. Lo precipitan, más bien.

antave38@yahoo.com

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