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martes, 4 de septiembre de 2007

Encuentros y desencuentros

Por Isa Dobles
Diario El Mundo

En una de las informaciones sobre Colombia en estos días de "encuentros" y "desencuentros", podíamos leer: "El anuncio de que serán entregados los cadáveres de 11 diputados regionales que murieron estando secuestrados por las Farc dio esperanza a sus familiares".

Parece mentira cómo el ser humano se va acostumbrando a que le quiten todo y conformarse siempre con lo único que les dejan. A estos hermanos colombianos, ¿qué esperanza pueden garantizarles los restos de sus seres queridos que han necesitado, llorado y rezado por largos años hasta que estos canallas decidieron matarlos? Pero el lenguaje diplomático y político es otra cosa. Y la hipocresía y la manipulación se permiten libremente. Uno escucha a Chávez hablando otra vez de su "vía crucis" en el abril de nuestra masacre, de nosotros mismos como venezolanos con todo el derecho a ser oposición, y no puede dudarlo.

Cuando Uribe comenzó su declaración, uno sabía el esfuerzo que ese hombre estaba haciendo para convencer no sólo a quienes le escuchaban o veían en otras partes del mundo, sino a Chávez y sus hombres, del valor de la transparencia y la democracia.

Y uno podía también percibir el esfuerzo que hacía Chávez por no desbordarse en reconocimientos a las guerrillas que tienen hoy su momento "dorado" para erigir a este nuevo "Libertador" como el "Pacificador" de América. Tal vez no sea tan fácil percibirlo para quienes no lo conocen, pero nosotros y Uribe sí lo conocemos. Cuando deseó, vehemente, que "Tirofijo" pudiera ser el contacto en Venezuela, todos sus gestos, su mirada y su voz, expresaron el "honor" que sería para él.

Y, seguramente, ése sería un día de fiesta revolucionario con las calles llenas de los mismos de siempre que no aceptan, por ignorancia o por embrujo, que los que vienen aquí a hablar o abrazar o celebrar son los mismos que secuestran y matan.

Porque no es que a Ingrid Betancourt la secuestraron marcianos y vienen los guerrilleros para ayudar. No.

El hecho es que esos "restos" de diputados asesinados hace casi un mes, que son la única esperanza que tienen sus familiares, están también en la agenda guerrillera para la que todos estos secuestrados y muertos se valen por un "ideal".

Y la realidad es que cuando a un ideal se llega por la violencia no gana el ideal, sino la violencia.

Y, después, aquellos chistecitos de mal gusto. Las "empanaditas" que se puede comer en cualquier esquina como "pastelitos andinos". Lo chabacano que es, como lo violento o lo prepotente, una fija en su discurso.

Yo pensaba en los secuestrados y muertos nuestros. En nuestros presos. Y en nosotros, que con toda seguridad veremos a "Tirofijo" o a "Tironuevo" llegar entre banderas de ocho estrellas por todos los canales en una cadena de "integración latinoamericana", desde nuestros hogares, sentaditos, tranquilitos y calladitos, para que no nos quiten el carro que nos sobra en la cuenta de Chávez o no nos metan en el cuarto vacío un hermano cubano o libio en comuna revolucionaria.

Mientras este "encuentro" se sucedía, en la propia tierra de Chávez mataban a un ganadero barinés en la madrugada. A golpes. No lo secuestraron, se ahorraron el trabajo.

Si en vez de pedir la receta de la empanadita le hubiera manifestado su pesar a su coterráneo, Chávez hubiera, por lo menos, conmovido a los suyos.

Pero no. El Presidente sabe que ese tema, aquí, no se puede tocar. Porque pierde. La pantallota es para el mundo. Donde no se vive en carne propia la sangre que se derrama.

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