Medios malignos
Editorial El Nacional
No se le ocurrió otra cosa a nuestro presidente itinerante que atacar, como es su costumbre, a los medios de comunicación, pero esta vez lo hizo en tierras argentinas. Flaco favor para su amigo Kitchner y la señora Botox, como suelen llamar groseramente a la esposa del mandatario sureño sus enemigos políticos. Pero más allá de esas peleas nacionales y de los escándalos de corrupción que azotan el final del señor Kitchner, vale la pena resaltar de qué manera el jefe del Estado venezolano ha terminado hundiendo a quienes se suponía iba a darles un poco más de oxígeno electoral.
Si bien todo estaba programado para que la visita del presidente Chávez se cumpliera como parte de un relanzamiento de la campaña electoral de la señora Kitchner, con la firma de numerosos convenios y proyectos, un pequeño demonio metió la mano y movió ciertas circunstancias imprevistas para que la marcha triunfal terminara en un estruendoso fracaso.
Desde luego que esto no convenía a los dos mandatarios, que actúan en comandita para quitarle brillo a la gira del etanol emprendida por Lula da Silva por Centroamérica y México. El foco era que Cristina Fernández, la esposa de Kitchner, pudiera ser reconocida como la persona de confianza de Venezuela y de su política de apoyo a la economía argentina, tanto financiera como energéticamente.
Pero en el aeropuerto de Buenos Aires atraparon a un venezolano con un maletín que contenía 800.000 dólares. El viajero iba acompañado de funcionarios de Pdvsa y de altos burócratas del Gobierno argentino, en un avión alquilado para la ocasión. El venezolano en cuestión, Guido Antonini Wilson, se desentendió del maletín y de su dolarizado contenido y huyó, con la presunta complicidad local, hacia Uruguay.
Los medios de comunicación de Argentina, así como las agencias internacionales, se ocuparon del asunto e infirieron lógicamente que si alguien viaja como invitado en un avión alquilado por el Gobierno argentino, y con ellos está un grupo de gente de Pdvsa y altos funcionarios de Enarsa –empresa asociada en acuerdos energéticos con Venezuela–, pues no hay dudas de que se trata de una noticia importante. Y como tal debe investigarse, para despejar cualquier duda en la opinión pública.
Pero el presidente Chávez montó en cólera, como si se tratara de una provocación montada por la prensa argentina: ¿Puede alguien explicar esta inflación paranoica que cada día se agiganta en la mente del jefe del Estado venezolano? ¿Acaso los periódicos sureños, o las radioemisoras o las plantas de televisión, le dieron el maletín lleno de dólares a Guido Antonini? ¿Quién montó en el avión alquilado por el gobierno de Kitchner al señor Antonini? ¿Quién lo hizo desembarcar bajo la falsa figura de integrante de un equipo oficial que venía a apoyar la visita bolivariana? Para el presidente Chávez "los medios son uno de los mayores problemas del mundo porque repiten mentiras cien veces para convertirlas en verdad". ¡Qué buen retrato de sí mismo!
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