¡EL QUE QUIERA ALARMARSE QUE SE ALARME!
Omar Lares. EL UNIVERSAL
¡EL QUE QUIERA ALARMARSE QUE SE ALARME! ¿Cómo que no? ¿Es o no comunismo enfrentar dictatorialmente la alternabilidad democrática pretendiendo la reelección indefinida? Cercenar la propiedad privada radicalmente con una propuesta marxista de cinco estilos en la que una, del quinteto, superficialmente no es manejada por el Estado. Y la liquidación de la descentralización, fulminando implacablemente el mandato autónomo regional que convierte en espantapájaros y monigotes a gobernadores y alcaldes sustituyéndoles el poder por consejos comunales. Es o no una pretensión fascistoide la pérdida constitucional de los tratados internacionales y que sea la Asamblea la facultada para sustituir gobernadores y alcaldes y no los revocatorios soberanos. Cómo no repudiar la eliminación del secreto periodístico y el cercenamiento de la autonomía universitaria. Más grave todavía, la intromisión militar foránea, a través de misiones castrenses contrastando con la pregonada doctrina de la soberanía nacional. Cómo tildar esa injerencia bélica en el sagrado territorio nacional. Cómo llamar entonces tales propósitos, contrarios al sistema en el que privan los derechos humanos, pisoteados a mansalva y a placer por abominables figuras como lo fueron Hitler y Mussolini. Esto último -la reciprocidad de injerencia militar- le permitiría a Fidel Castro, por ejemplo, intervenir en un supuesto que atañe a Venezuela, con pretextos en demasía, como sucedió con la intervención militar cubana en Angola. ¿No es dictadura que los poderes, todos, estén bajo la égida de un solo personaje y quien recurre a la violatoria de la Carta Magna caprichosamente amparado en el servilismo de la manada de turno, amén del inmoral precio del petróleo? ¡El que quiera alarmarse que se alarme! Es más que espeluznante para alarmarse el llamado Papel de Trabajo que han difundido los medios de comunicación, que, posiblemente, el Gobierno ha hecho circular premeditadamente para conocer la reacción del país. El país digno, que aún queda, está frente a su más histórico reto contemporáneo. Que debe afrontar a riesgo de lo que sea, por la supervivencia de TODOS, y que es, en síntesis, impedir la REELECCIóN INDEFINIDA. ¡Patria, democracia o muerte!
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