Ineficiencia pública
Romer A. Romero Martínez // La ineficiencia pública
El chanchullo del "quítate tú para ponerme yo" ha sido, quizás, la ficción más brillante utilizada por los estrategas que mueven las cuerdas del revocado y perdidoso. Ello, con el fin de desplazar a lo mejor de la intelectualidad venezolana hacia planos de minusvalía, mediante el incentivo exacerbado de la mediocridad, para poder así usufructuar el poder de una manera fácil y con escasa resistencia a lo interno de la nación. Los últimos 8-9 años han sido testigos de la paulatina suplantación de una clase profesional altamente competente, por una con aspiraciones únicamente centradas en el personal crecimiento económico mal habido. El empeño en rodearse de los menos preparados, sobre quienes poder ejercer un control absoluto acerca del devenir futuro, es quizás la obra fundamental del actual desgobierno. Lo que a su vez ha ocasionado la segmentación de Venezuela en dos secciones muy disímiles: la de los honestos, emprendedores y con ánimo de superación personal, familiar y económica, por una parte, representando a más del 90% de la masa generacional en capacidad de conducir los destinos nacionales; y la de los disminuidos profesional e intelectualmente, quienes esperaban pacientemente el momento para apropiarse indebidamente de las buruzas que el festín petrolero ha dejado caer a la alfombra roja-rojita de la corrupción. Así, el desgobierno ha provocado la separación de los mejores de los cargos gerenciales públicos, sustituyéndolos por seres sin preparación y fácilmente adoctrinables, porque su nivel experiencial es limitado.
Con esta perspectiva, es fácil asimilar las razones que han transformado a Venezuela en un país de improvisaciones. Lo que se rompe, destruye, acaba, disgrega, termina, o similares, que haya sido el resultado de alguna actuación sobre el producto de la acción gubernamental o privada, de la llamada cuarta república, no recibe atención alguna por parte del desgobierno. Ya estoy convencido de que ello no obedece a planes maquiavélicos, en una suerte de acabar con lo existente para poder construir un mundo mejor, desde los cimientos mismos. Definitivamente, ello es más simple de elucidar, sin necesidad de darle poderes sobrenaturales al enemigo, bastando sólo y únicamente aplicar la sabiduría popular manifestada a través de la siguiente máxima de experiencia: ¿qué sabe el burro de melaza, si lo que come es paja? La actual conducta de destrucción y de ausencia casi absoluta de planes de mantenimiento, aunado a políticas públicas irracionales, obedecen a un simple desconocimiento del "qué hacer" y del "cómo hacerlo", por parte de los actuales funcionarios del desgobierno.
Adicionalmente, hemos sido testigos silentes de la inexistencia imperdonable de planes de desarrollo para el crecimiento nacional. El actual régimen no ha construido, diseñado, o planificado algo relevante, que pudiera compararse con lo anterior y marcar la diferencia. Diferencia esta que deslindaría con el pasado, provocando la apetencia por el socialismo.
Definitivamente, éste no es el caso de especies, toda vez que a los destructores de la nación venezolana (creo que los llaman "chavistas") les aplica al dedillo el refrán que reza "ni lavaron ni prestaron la batea", porque definitivamente su tiempo histórico está concluido. Es momento para el retorno de los buenos y la reconstrucción del país, sobre sólidas bases democráticas que eviten nuevas aventuras fascistas.
Abogado
romerromero@intercable.net.ve
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