El libro rojo
Marianella Salazar
El Nacional
Al igual que su admirado Mao Zedong, Chávez tiene empastado su libro rojo. No se trata de una selección de citas y discursos, como lo hizo Mao, que obligó a millones de chinos a leerlo como única alternativa durante la Revolución Cultural.
Chávez no necesita llegar hasta allí. Todavía tiene el recurso que le brinda la inmediatez de sus interminables y exasperantes cadenas televisivas, que no pueden evitarse a menos que apaguemos o tengamos televisión por cable; pero incluso ese medio, que sin duda alivia la indeseada invasión presidencial en nuestros hogares, produce extenuación e impotencia, logra desmoralizar a los ciudadanos que ven atónitos cómo las próximas generaciones responderán como autómatas basados en el pensamiento único de Chávez.
A propósito del inicio del año escolar, vimos con dolor cómo fueron entrenados unos niños para cantar loas, coplas y galerones al Presidente, que se deleitaba sin un mínimo de pudor. Sólo faltó que esos “niños-objetos” se arrodillaran y les besaran la mano. Para ponerse a llorar.
Más trágico resulta imaginar al país con una juventud adoctrinada en el engendro del árbol de las tres raíces y en la historia reinventada por el socialismo del siglo XXI, que formará al hombre nuevo que necesita la revolución. Es el mismo esquema de Mao y de Fidel Castro, quienes reeducaron a la población empezando por los niños, como aquel balserito Eliancito que, traumatizado por la muerte de su madre antes de alcanzar las costas de Florida y devuelto después de una cruel disputa familiar, fue convertido en pionerito y utilizado como símbolo para la exaltación patriótica.
Será muy triste que nuestros niños repitan la amarga experiencia cubana: hijos que delatan a sus padres y hermanos por ser considerados traidores a la revolución o a la patria. Hay que digerir todas estas propuestas y movilizarnos para evitarlas, a no ser que aceptemos el libro rojo con resignación y le paguemos a Chávez sus derechos de autor. ¡Y a qué precio!
Tic tac
Miseria gubernamental: el silencio de los organismos culturales y medios oficialistas con la muerte del maestro Aldemaro Romero es una muestra más del sectarismo y el resentimiento que caracterizan al Gobierno. Aldemaro ha sido el compositor, músico, arreglista y director de orquestas más trascendente y universal que haya tenido el país. La creación de la Onda Nueva como expresión de la modernidad ha sido un aporte invalorable en el movimiento musical continental, reconocido en el mundo entero. Un venezolano de excepción que pasa a la posteridad para orgullo de nuestro gentilicio. Un gobierno verdaderamente humanista ya hubiera cancelado los 200 millones de bolívares que generaron los costos de su terapia intensiva. Una cantidad ridícula para quienes pueden disponer de ese barril sin fondo de Pdvsa.
Aves de mal agüero: desde la semana pasada se encuentran en el país, de bajo perfil, representantes del Centro Carter y de la OEA con el propósito de fortalecer la Misión de Observación. Aspiran a reunirse con todos los sectores, pero hasta ahora no han recibido mucha atención.
Tiro en el ala: organismos de inteligencia refieren que el nuevo jefe del Core 1, general (GN) Gabriel Ramón Oviedo, tiene varias averiguaciones abiertas por vinculaciones con los “paracos” cuando fue jefe de la policía del estado Táchira.
Robo en el BCV: la sustracción de varios millones de bolívares, en billetes, que iban a ser cremados, le costó el puesto al jefe de seguridad y a tres empleados del BCV…
tic tac
No hay comentarios.:
Publicar un comentario