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jueves, 13 de diciembre de 2007

La pequeña Venecia


César Casal. La Voz de Galicia
Por algo un conocido ron venezolano se llama cacique. Chávez no se salió con la suya. ¡Vaina de referendo! Venezuela es un país hermoso. Es la laguna de Canaima y el salto del ángel, la catarata más alta del mundo, 979 metros de vacío. Es Caracas, inmensa, vigilada por el cerro Ávila. El béisbol y la camiseta vino tinto de su selección de fútbol. Es también la inseguridad, terrible. Secuestros en todas partes, un machete que te arranca la mano y el reloj de pulsera por la ventanilla del coche. Vigilantes con fusiles. Siempre el temor a que le pase algo a tus hijos. Esa horrible sensación de inquietud, de miedo a que te asalten en cualquier momento. Venezuela es el trópico, calor y lluvia. Y ganas de bailar, del joropo al merengue, y de reír. Son las playas de isla Margarita, con ese azul de metileno del Caribe que se te queda bien adentro. Venezuela debe, según una teoría, su nombre a Americo Vespucio, que vio los palafitos o viviendas indígenas con pilotes sobre el agua y le recordó a una pequeña Venecia. Otra tesis dice que significa Agua Grande en aborigen. Ahora es República Bolivariana y la gobierne un bromista, que seguirá con su golpe de Estado, vía decreto o mascarada en el Parlamento. La comida es pura mezcla, de la arepa abombada al asado negro. Es un país que sorprende, que atrapa. Es hermano de Colombia en milagros. Tiene razón Gabo cuando dice que no inventó el realismo mágico. Cuando repite que el realismo mágico solo es América en todo su esplendor y barbarie. Una tormenta allá es como cuatro Hortensias en Galicia. El lago Maracaibo tiene 700 kilómetros de costa. Venezuela es petróleo y cacao. Es riqueza hasta que miras a los ranchitos caraqueños que trepan por las lomas para que quede clara la miseria. Venezuela es contraste, pura vida. Y un pueblo que manda callar a un presidente que quiso dar un golpe con las armas en el 92. Ahora lo quería dar con las urnas. La boca de las urnas, libre, le mordió. Chávez persigue su ego. Y así camina siempre en círculo sobre sí mismo. A ninguna parte.

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