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lunes, 24 de diciembre de 2007

Cabezas y el cuento del gallo pelón


GUSTAVO GARCÍA. ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
En días recientes los venezolanos fuimos testigos de unas de esas interpretaciones de algunos ministros de la economía que recuerda a los mejores tiempos de la Presidencia de Jaime Lusinchi, cuando uno de sus ministros, ante una aguda escasez de carne, declaró que la causa del problema es que los venezolanos estábamos acostumbrados a comer carne tres veces al día. En consecuencia, le escasez se reduciría si todos dejábamos de comer carne.

Esas afirmaciones ahora lucen brillantes ante las declaraciones del ministro Cabezas que fueron reportadas en los medios de comunicación sobre el problema de la inflación y la aguda escasez de muchos productos.

Sus afirmaciones nos recuerdan a muchos el famoso chiste del cuento del gallo pelón, cuando la respuesta ante una pregunta que se nos hacía, se convertía a su vez en otra repregunta idéntica y sin respuesta, hasta que la persona interrogada se daba cuenta de que le estaban tomando el pelo. Sólo que esta vez el ministro lo hacía en serio, en respuesta ante estos dos graves flagelos que acosan a los venezolanos de todos los estratos socioeconómicos.

Su primer comentario es que la causa de la inflación es la aguda escasez de muchos rubros, según lo reportado de manera idéntica por todos los medios. Afirmó el ministro Cabezas que ésta se ubica en del orden del 60%..!! Ergo, si se liberan o ajustan los precios de los productos controlados, se reducirá la escasez y en consecuencia, se reducirá la inflación. Por supuesto, suponemos que al ministro Cabezas se le olvidó mencionar que en el momento de ser liberados o ajustados los precios de dichos productos en la cuantía necesaria para que reaparezcan en los anaqueles a lo largo y ancho del país, la tasa de inflación se pegará otro brinco sustancial, como ha pasado en Venezuela cada vez que se han establecido prolongados controles de precios. Ese salto en la tasa de inflación forzará a otros productores, distribuidores y comerciantes a ajustar los precios de sus respectivos productos y seguramente, a los pocos meses o semanas se ajustarán al menos parcialmente los salarios para compensar la pérdida de poder adquisitivo.

Ese efecto dominó se producirá hasta tanto la nueva ronda de ajustes de precios se propague en toda la economía, lo cual es algo que suele ocurrir en un período de tres a cuatro meses, a menos que el gobierno se convenza en atacar las causas de la inflación y no sus consecuencias.

Se le olvidó al ministro Cabezas un pequeño paso en esta teoría económica de la inflación del cuento del gallo pelón en su respuesta ante la aceleración de esta última: la causa de la inflación es la escasez y la causa de la escasez, reconoció el ministro, es el prolongado congelamiento de los precios y que a su vez, estos controles se establecieron y seguirán entre nosotros para controlar la inflación. ¿Entonces?

Otra de las afirmaciones del ministro Cabezas es que la efectividad de los controles de precios para combatir la inflación no se ha agotado y que seguiremos con ellos hasta tanto se reduzca la tasa de inflación.

No se ha dado cuanta el ministro que el BCV en sus cálculos de la inflación discrimina entre productos controlados y no controlados. Estos últimos se reportan en el llamado Núcleo Inflacionario, el cual también incluye aquellos rubros cuyos precios reflejan comportamientos muy erráticos en determinados meses del año. Al comparar las tasas de inflación de estos dos grupos, se observa que sus diferencias son relativamente pequeñas o casi nulas, razón por la cual el comportamiento de los precios de los productos controlados es casi igual al de los productos no controlados. Ello es muestra evidente de que el control de precios ha perdido en gran medida su efectividad para reducir la tasa de inflación.

Por supuesto, la diferencia está en que la escasez es mucho más grave y aguda en los productos controlados, aunque de este fenómeno del desabastecimiento tampoco escapan los productos no regulados, en buena medida por las restricciones del control de cambio y el colapso operativo de Cadivi.

Al tener que ajustar o liberar los precios de los productos controlados para reducir su aguda escasez, la tasa de inflación de dicho grupo se disparará, ya que muchos de esos productos tienen precios congelados durante tres o cuatro años, período durante el cual la inflación acumulada es de 60% u 85%, respectivamente.

Una vez que se propague el efecto de esos ajustes, como se comentó anteriormente, no hay razón para que la tasa de inflación entre los productos controlados y aquellos no controlados sea apreciablemente diferente, aún en aquellos casos en los cuales se presenten concentraciones monopólicas u oligopólicas en sus respectivos procesos de producción y/o distribución.

Esas distorsiones explicarían una diferencia absoluta en los niveles de precios con respecto a aquellos productos similares o iguales que están determinados en ambientes de libre competencia, pero no una diferencia en sus tasas de variación y mucho menos de manera sistemática y por un período de tiempo relativamente prolongado, aún sin considerar el efecto de contención que se produciría por la sensibilidad de las respectivas demandas de esos productos ante variaciones de precios por parte de los consumidores venezolanos.

Por supuesto, una manera de reducir el poder de mercado de esos monopolios u oligopolios, es mediante la entrada de productos importados en un entorno de libre competencia, al menos en aquellos bienes que se transan internacionalmente.

En aquellos bienes o servicios que no se pueden intercambiar internacionalmente, no es precisamente donde hay problemas de escasez, ya que gran parte de esos productos están en manos de empresas identificadas o están en manos del gobierno.

Pero aquí el ministro nos ofrece otra vez el cuento del gallo pelón. El control de cambio seguirá y lo que se anuncia por parte de los voceros oficiales son nuevas y mayores restricciones. En consecuencia, las importaciones para la libre competencia no se utilizarán para reducir las presiones inflacionarias ni el poder de algunos monopolios u oligopolios, sean estos privados o del gobierno.

Por lo tanto, la escasez seguirá en muchos rubros, aún en el caso de aquellos productos no sometidos a controles de precios, como el caso del papel higiénico en diversas presentaciones. Pero, ¿no dijo acaso el ministro Cabezas que la escasez era la causa de la inflación? Otra vez el cuento del gallo pelón, porque los dólares a la tasa de cambio oficial también seguirán escaseando.

Cuando leí las declaraciones del ministro Cabezas, pensé que estábamos enredados en un trabalenguas cantinflérico. Pero el ministro lo dijo muy en serio, propio del tratamiento en público de dos temas muy serios en la Venezuela actual: inflación y desabastecimiento. No podía ser en broma.

Por otra parte, Cantinflas también se tomaba muy en serio su muy buen sentido del humor, habilidad que requiere de una buena dosis de inteligencia. Por lo tanto, no podía yo burlarme del bueno y reconocido Cantinflas. Sin embargo, no pude evitar el recuerdo del cuento del gallo pelón. ¿Qué solución nos ofrece entonces el ministro ante estos dos flagelos que por cierto, afectan aún más a los más pobres? ¡Échele cabeza ministro!

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