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martes, 13 de noviembre de 2007

Chavez y su fascismo del siglo XXI


Editorial la Nueva Cuba
Fuente A traves de Venezuela
Ya nadie se llama a engaños, en lo que se refiere a las insaciables ambiciones del ex coronel golpista Hugo Chávez Frías. Su agenda y sus motivaciones se nos presentan más que transparentes.
No se lidia aquí con un hombre de luces, ni de ideas, ni siquiera de ideología, sino con un teniente coronel, militarote, hombre brutal, ignorante, mediocre, iletrado, pero poseído, al que una coyuntura política ha permitido hacerse del poder.
Definirlo con más precisión, aún tomará algo de tiempo. Aunque hay en Chávez una reminiscencia del tradicional caudillo o del gorila militar latinoamericano, Chávez es un hombre "retro", un hombre de inicios del siglo pasado.
En suma que Hugo Chávez está más cerca de un capo mafioso menor, de la pandilla del gánster Alberto Capone, con una mezcla de rufián fascista de primera fila de la década de los años veinte. Sin embargo nos vemos forzados a confesar que se avizora en él algo de la arrogancia, la pose y los manerismos de una especie de Mussolini descendido a su mínima expresión.
Todos sabemos lo que ansía con militante impaciencia y nos conmueve y atemoriza contemplar cómo su irrefrenable instinto predatorio lleva a Venezuela en vertiginosa carrera hacia el abismo de una posible guerra civil y fratricida. O quizás hacia algo aún mucho peor.
El final de la democracia en Venezuela se sellará el próximo dos de diciembre, "casualmente" un aniversario más del desembarco del Granma, que abriera el camino para la dictadura cubana de casi medio siglo, la más antigua del planeta.
A Hugo Chávez y sus co-conspiradores no se les detendrá con la participación en las urnas, no se les detendrá con la abstención. No se les detendrá con manifestaciones de protesta, ni con huelgas generales. Tampoco se les detendrá con llamados a que respeten la constitución, las instituciones, o a la tolerancia, ni con llamados a que se respeten los derechos de los ciudadanos. No se les detendrá con sabotajes, bombas, ni con la lucha urbana clandestina, ni con alzamientos en las montañas. Mucho menos depositen sus esperanzas en ser auxiliados por otras naciones. Interpreten la escritura en la pared; miremos el ejemplo de lo que experimentó Cuba.
Se trata de un método de hacerse del poder y de retenerlo por décadas, nada tiene que ver con administrar un país en busca del bien público, ni con plasmar sueños de Bolívar o Martí y mucho menos con mejorar las condiciones de vida de los pobres en Venezuela.
Pero entiéndase que las ambiciones de Chávez y sus audaces cómplices -un puñado de gente, mezcla de hombres y mujeres resentidos unos, corruptos otros- , no se limitarán a Venezuela. No debemos subestimar sus intenciones.
En Venezuela pulverizarán la autoestima de la nación hasta reducir a todos sus ciudadanos a la más absoluta indefensión, de manera de que inermes, sean despojados de toda condición humana. Sus valores serán reemplazados por la amoral "ética contextual" de un campo de concentración y consistirán de técnicas de mínima supervivencia. Perdida su dignidad, despojados de sus bienes, aniquilada la voluntad de ser nación, serán esclavizados. Los que aún se resistan perecerán, serán encarcelados, declarados no-personas, o escaparán a donde puedan, mientras otros países les acepten...
Venezuela merece un mejor destino. Pero nuestro pesimismo es honesto, tan sólido como nuestro pesar. También existen los milagros.

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