Las clínicas privadas no son negocio
Alexis Bello administra sus pasiones con meticulosidad de cirujano: el quirófano (es el más reconocido cirujano venezolano del corazón), la genética, el maratón y la gerencia de la salud. Presidente de la junta directiva del Hospital de Clínicas Caracas y uno de los voceros de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados, Bello gerencia un complejo asistencial donde la medicina y la tecnología de punta son puestas al día permanentemente. ¿Un centro para privilegiados? ¿Un templo de la medicina capitalista que excluye a los pobres?
El estado financiero del hospital que nos muestra indica todo lo contrario. En el año 2006, según asienta el informe de los auditores externos, la institución tuvo ingresos por algo más de 147 millardos y la utilidad neta no llegó a los siete.
-Pero el Presidente acusa a los médicos de las clínicas privadas de especuladores y el ministro de Finanzas dice que el incremento de los precios en el sector llegó a 40%, mientras la inflación estaba en 19%.
-Es un planteamiento equivocado porque en la conformación del IPC (Indice de Precios al Consumidor) nosotros estamos en el puesto 13 con una cifra de 4,8%. Ese porcentaje se divide en cuatro partes, representando, la que corresponde directamente a nuestra actividad, un 0,84%. De manera que ese 40% no surge del 100% sino de la cifra referida a la salud, es decir, 4,8%.
-¿Por qué habla el ministro de Finanzas de 40%?
-Por razones mediáticas. Es como si yo te dijera que el incremento de los rines para carros fue de 80%. Pero la pregunta sería: ¿qué impacto tuvo el precio de los rines de magnesio en la inflación?
-¿Cuáles son las otras partes, fuera de las clínicas, que entran en el renglón salud?
-Eso es importante porque 66% de los gastos en salud se va en medicinas. La hospitalización, que es la causa de la preocupación presidencial, sólo consume 1,70%.
-Si el año pasado una operación costaba un millón de bolívares, ¿cuánto cuesta este año?
-No más de lo que representa la inflación. Eso está más o menos indexado. Sólo que hay desviaciones. El hospital es una especie de tina donde entran seguros, proveedores de medicamentos y equipos, servicios, honorarios, medicina prepagada, la tecnología, outsourcing. De allí sale nuestro servicio, con un precio unitario del cual sólo controlamos 5%. El precio de los medicamentos o el costo de los equipos, por ejemplo, no depende de nosotros.
-¿Qué controlan, entonces?
-Los gastos administrativos y la calidad. Ese precio tiene una rentabilidad que no llega a 5%.
-Según eso las clínicas no son un negocio.
-No lo son, nunca lo ha sido. Como no lo son en EEUU. Las clínicas funcionan como un club donde los socios no están interesados en los beneficios económicos sino en que los servicios (canchas, vestuarios, piscina) funcionen bien.
-¿No ganan dinero los médicos en las clínicas?
-Por la parte de hospital, no.
-Pero sí con las consultas y operaciones.
-Ganamos con nuestro trabajo. Según el doctor Stuart Altman, de la Brandeis University de Boston, el margen operativo de los hospitales de EEUU, con fines de lucro, no sobrepasan 9%. Los establecidos sin fines de lucro apenas llegan a 3%. Nosotros estamos en 4,8%. Siempre la inflación ha sido mayor en el sector salud que en el IPC y eso ocurre, según Altman, porque la tecnología produce costos más altos que la inflación, el envejecimiento y crecimiento de la población motorizan el gasto, los avances tecnológicos expanden la demanda de nuevos servicios, hay un aumento en la demanda de servicios por personas entre los 30 y los 50 años, además de otros factores económicos y sociales.
-El hecho de que ustedes no sean unos especuladores, como dice el Presidente, no impide que los pacientes deban pagar costos crecientes, muchas veces por encima de sus posibilidades.
-Ciertamente. Pero eso se nos escapa de las manos. Por eso el Gobierno debía haber concebido una regulación global del sector salud y no sólo de las clínicas porque, ¿de dónde me van a regular... A menos que me quiten el 4,8%.
-O argumentarán que como no resulta viable para la mayoría de los pacientes, no se justifica la existencia de las clínicas privadas.
-Al contrario. Las clínicas privadas están supliendo las deficiencias de la salud pública, donde la prestación de salud está colapsada y sumida en un desastre (en el quirófano del Hospital Vargas descubrieron gatos). Ahora, si la salud privada es costosa y está limitada por razones como la tecnología, lo es aun más la pública (una operación de corazón cuesta tres veces más que en las clínicas privadas).
-Pero el paciente no paga nada.
-Efectivamente, pero si a esto le añades incertidumbre política y económica, el resultado es un caos. En Venezuela la prestación de salud es un caos.
-Que podría ser peor si el Gobierno concreta sus amenazas contra las clínicas privadas, la mayoría de cuyos pacientes son funcionarios públicos.
-Una contradicción. El Gobierno está invirtiendo Bs 5 billones en pólizas colectivas.
-¿Es el principal cliente de las clínicas privadas?
-Así es. Los afiliados a esas pólizas no acuden a los hospitales públicos porque no hay infraestructura. Hoy en día una tomografía es un examen rutinario y el primer hospital público de niños en el país, el J.M. de los Ríos, no tiene tomógrafo. Peor aún: llegaron dos y nunca salieron de las cajas. El primero se lo comieron las ratas y el segundo no se instaló porque la planta física fue mal construida. Por eso hablo de socialismo del siglo XXI con medicina del siglo XIX.
-Sin embargo, la imagen de los médicos no es la mejor.
-No lo es en ninguna parte. Curiosamente, mientras más aumentan las expectativa de vida y avanza la medicina, peor es esa imagen. Se nos acusa de especulación, chantaje, mala praxis. Se dice que somos mercenarios y que en los hospitales se juega con la salud de los pacientes.
-Quizás aquí hay un agravante. En teoría, dentro del socialismo imperan criterios éticos de extrema pureza: el médico es amor y entrega total al prójimo. Pero también en el socialismo la actividad privada, que genera beneficios, no existe. Por tanto, tarde o temprano, las clínicas privadas, funcionen bien o mal, tendrán que cerrar sus puertas.
-Eso es cierto, pero uno no puede empujar un mecate. Si esa es la situación estamos ante un problema del Estado, que tiene la sartén por el mango. La democracia está en deuda con el pueblo venezolano en materia de prestación de salud. Los venezolanos hemos sido pobres, a pesar de los ingresos petroleros. Pobres pero nunca enfermos, gracias a médicos como Gabaldón y Pifano. Hoy en día, además de pobres, somos enfermos. Aquí tendrían que estar haciéndose 1.200 operaciones de corazón por millón y no se hacen sino 60.
-En todo caso, hay una subcomisión de la Asamblea Nacional legislativa que ha planteado una regulación en los costos de la salud.
-Se hizo una lista de 20 patologías y se dijo: póngale precio. Y de ahí no los ha sacado nadie.
-Según ellos un parto cuesta 800 mil bolívares y las clínicas cobran cinco millones.
-Claro. Pero si tú me planteas un parto sin neonatólogo, partero y pediatra de guardia las 24 horas, en un sitio sin aire acondicionado central ni lactario (hay depósitos de leche porque algunas madres no pueden lactar), donde no se le hace despistaje auditivo ni despistaje metabólico al niño, sin seguridad, carente de un retén de niños sanos, otro de niños enfermos y una unidad de cuidados intensivos; en fin si tú le quitas al parto todos esos elementos, te va a costar 800 mil bolívares, pero si se los agregas, los cinco millones se quedan cortos. Entonces debemos decidir entre darle seguridad al paciente o recurrir de nuevo a la comadrona. Ese es un problema de política de Estado. A la Asamblea le hemos planteado que podemos hacer cualquier sacrificio siempre y cuando no se ponga en riesgo la seguridad del paciente. Eso es difícil pero posible, siempre y cuando haya una concertación no política.
-Eso obligaría a bajar los beneficios.
-Definitivamente.
-¿Y cómo si sus beneficios son mínimos?
-Ahí es donde debemos recurrir a la creatividad. Ver qué hacemos con los impuestos Nosotros pagamos una cantidad exorbitante por ese concepto. Redúzcanlos y trasládenlos a los costos. Todo eso implica una regulación técnica, no política, para todo el sector salud. Colombia reguló el sistema en siete años y hoy en día tiene cubierta una densa parte de su población
No hay comentarios.:
Publicar un comentario