La farsa binacional

Roberto Giusti // El Universal
Al final la guerra recrudecerá en Colombia y aquí la guerrilla volverá a su macabra rutina
Tanto Uribe, como Chávez y por supuesto Tiro Fijo saben que no habrá acuerdo de paz porque las FARC sólo aceptan el poder total y absoluto. Nada de "migajas", ni curules, ni partidos, ni mítines, foros, alcaldías o candidaturas presidenciales. Lo suyo es la guerra y la toma del poder por las armas para imponer la dictadura del proletariado, es decir, de Tiro Fijo o, en su defecto, del mono Jojoy o de Reyes, que para el caso terminan siendo lo mismo.
Lo mismo, por cierto, que Chávez, quien, fracasado su intento del atajo armado, se vio obligado a ensayar la vía democrática y por eso ahora, después de ocho años, es cuando se dispone a hacer lo que tendría que haberse consumado a partir del 5 de febrero de 1992, luego de su sangrienta y fallida intentona golpista: la aplicación de los decretos (Kleber) Ramírez, que consagran el dominio absoluto de la sociedad por parte de una logia militar, un partido, una elite dirigente alcahueta y un individuo. Todo en nombre del pueblo.

También sabe Uribe que lo de Chávez con las FARC ya está cocinado y lo acepta porque él sacará provecho de la concreción del canje humanitario, independientemente de que "el éxito" de Chávez en la mediación contribuya a atornillarlo en el poder y a la larga le resulte perjudicial por aquello de que el amigo de mi enemigo terminará dándome un tortazo.

Así, una vez liberada Ingrid Betancourt y los cautivos más conspicuos de la guerrilla, incluyendo, quizás, a los norteamericanos, la deteriorada imagen de una guerrilla que secuestra, asesina, extorsiona y trafica drogas, despojada ya de cualquier tipo de principios, recibirá un toque de latonería y pintura, lista para renovar la batalla.

Uribe, por su parte, mostrará su faz tolerante, se liberará del engorro que significan las presiones de Sarkozy, de la señora Apulecio, de los familiares de los demás "retenidos" por las FARC y finalmente tendrá las manos libres para volver a la guerra sin tantas y paralizantes ataduras.

Chávez llevará la farsa por etapas, como ya lo hace, dilatará el clímax de común acuerdo con el Secretariado (de las FARC). Primero recibirá a sus cabecillas con todo los honores. Luego vendrá el intercambio propiamente dicho, un show con los consabidos ingredientes de un dramón televisivo en cadena nacional e internacional. Todo eso una o dos semanas antes del referéndum sobre la reforma constitucional y luego de la su postulación, (aquí pasamos del drama a la comedia) por la cohorte de sus adulantes, nacionales y foráneos, al Premio Nobel de la Paz.

Al final la guerra recrudecerá y la guerrilla continuará su macabra rutina secuestrando, asesinado y extorsionando a los venezolanos sin que el Gobierno haga nada por evitarlo. En fin, volveremos a la normalidad.

rgiusti@eluniversal.com