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domingo, 28 de octubre de 2007

Fusilado el otro Ch


Manuel Caballero // El Universal
Ni siquiera era de Mussolini aquella frase ("Si avanzo, seguidme"¿ etc.) que él exhibía como suya pintada por su squadristi en todas las paredes de Italia y reproducida ahora como del Che Guevara por "los muchachos" de Pdvsa, como los llama Rafael Ramírez cuando los atrapan con maletines gordos de dólares. Quien la pronunció primero fue Henri de la Rochejaquelein (1772- 1794), un general de los chouans de la Vendée francesa, enemigos mortales de la revolución. En nuestro artículo hablábamos de su uso en el siglo XX. Referirnos ahora a su origen más lejano nos permite reflexionar sobre algo que trasciende la simple frase.
Lo primero es que tanto De la Rochejaquelein como Mussolini eran personajes extremadamente reaccionarios o para decirlo con un término más exacto, contrarrevolucionarios.
Un "acto fallido"
Escoger esa frase para atribuírsela al más radical de los revolucionarios es lo que Sigmund Freud hubiese llamado "un acto fallido" y que el filósofo de Sabaneta hubiese caracterizado de una manera más agreste: a estos "rojo-rojitos" de voz atiplada "se les ve el bojote" reaccionario, fascista.
Lo segundo es el contenido mismo de esa frase. No hay ni siquiera el atisbo de una proposición nueva, de una sociedad nueva, muchísimo menos de un "hombre nuevo". Nada: es la vieja fidelidad de hombre a hombre de nuestros caudillos del siglo XIX, de nuestras "matazones republicanas", para llamarlas como lo hizo algún historiador del siglo pasado.
Las dos consideraciones anteriores nos llevan a hacernos una pregunta relacionada: ¿a qué viene toda esa exaltación del Che en nuestro país donde no es que falten héroes de su tipo para ensalzar, cosa que tantísimo se ha hecho que ya nos tienen las orejas gachas? Esa adoración tiene dos vertientes, una personal y otra más política.
Un heroísmo vicario
Lo primero es lo que se podría llamar un heroísmo vicario: como no se tienen hazañas propias de qué jactarse, se busca insertar los atributos viriles del Che en unas ingles donde tanta falta hicieron en la batalla del Museo Militar.
Pero es lo político del asunto lo más interesante: el Che, como todo el mundo sabe y su apodo lo indica, no era cubano. Es más, creemos que ni siquiera había estado jamás en Cuba antes de embarcarse en el Granma. Y sin embargo, en los primeros días de su entrada a La Habana, en la revista Bohemia se lanzó la idea de considerar cubanos de nacimiento a todos los comandantes guerrilleros, que por lo tanto podían ser candidatos a la Presidencia. El Che no le hizo caso a la aduladora insinuación, a ese retrato hablado.
Pasaron los años. Los cuarenta de la muerte del guerrillero argentino fueron conmemorados en Santa Clara no por Fidel o por Raúl, sus compañeros de armas, sino por un advenedizo parlanchín que aprovecha eso para lanzar la idea de "Cubazuela", porque, dice a la letra, "en el fondo somos un solo gobierno".
Firmar como "Ch"
Nada de raro tiene que, para que quede clara su posición, ahora la tome por firmar sólo con su inicial. Porque aquí viene lo más interesante del asunto, para los venezolanos que conocemos de sobra los delirios del teniente coronel; y que sabemos además que aunque su incontenible logorrea haga parecer lo contrario, no da puntada sin dedal. Su posible razonamiento es muy simple: si somos un solo gobierno, no puede tener sino un solo gobernante, y no hay duda alguna de que ese gobernante es hoy el Comandante Fidel Castro Ruz, Pero el pobre "Caballo" ya no puede con su alma. Aunque, como él sí es un mito verdadero, conviene no alborotar ese avispero. Por el momento, la mejor política es la de Juan Pablo Rojas Paúl, quien para halagar al Ilustre Americano, se hacia imprimir un daguerrotipo teniendo en sus manos la bacinilla donde el "Ilustre Prócer", el viejo Antonio Leocadio, hacía sus últimas deposiciones en este perro mundo. A quien se le humillaba así a su padre, Guzmán Blanco debía tenerlo de primero en su línea de sucesión. Como en efecto.
Un eufemismo
Pero¿ los cubanos usan una frase eufemística para decir sin decir que Fidel se va: "es la ley de la vida". Y aquí es donde entra a actuar el aspirante a segundo "Ch". Uds. pueden estar seguros de que quien presidirá las exequias del "Caballo" no será, como sería ló- gico por hermano de sangre y aventuras, Raúl. Eso es no conocer lo metiche que puede ser el Héroe del Museo Militar. Podemos estar seguros de que se mudará para Cuba por esos luctuosos días, tranquilo porque aquí está Adán para cuidarle la Silla. El se irá a Cuba a mostrar su tristeza llorando lágrimas negras, si el protocolo lo exigiese.
Pero no sólo de protocolo vive (o muere) el hombre; y el nuestro va a bregar la sucesión. Que para un ego como el suyo no puede ser el de simple portador de la chequera, ni de vicepresidente de la confederación. No señor: aut Cæsar aut Nihil como solía decir ese ambicioso César Borgia.
Pero¿ este es el tercer "pero" en esta cuartilla. Ese "pero" tiene nombre, apellido y grado: se llama Raúl Castro Ruz y es el jefe de las Fuerzas Armadas de Cuba.
Cuando el nuevo "Ch" se le presente a reclamar el bastón de mando, Raúl lo tratará segurito de "comemiedda". Como su interlocutor no habla bien el cubano, se pondrá a conspirar para obtener la Silla que dejó vacante Fidel. Es ahí donde el G2 cubano lo encontrará con las manos en la masa, y al día siguiente el Granma titulará como hemos hecho nosotros con este artículo.

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