El gobierno más inepto
Héctor Strédel. Notitarde
No es por oposición a ultranza que en todos mis artículos destaco la ineptitud descomunal junto con el militarismo y la corrupción como una de las características esenciales del desgobierno del golpista-presidente.
Es fácilmente comprobable, mediante somera comparación con cualquiera de los gobiernos, de todos los signos, que se han turnado en la administración y la conducción de la República desde 1830.
Señaladamente, esa ineptitud ha venido manifestándose desde el mismo año 1999 en el ámbito de la inseguridad social.
Crímenes y delincuencia ha habido, y habrá siempre, en todos los países, en todas las latitudes.
Pero el caso de la Venezuela desgobernada por el golpista-presidente no encuentra parangón alguno.
En cada uno de sus infernales nueve años de mandato, los índices de la delincuencia, del crimen, de la inseguridad colectiva, se han multiplicado con respecto al año anterior.
Es evidente la impunidad con la que el gobierno trata a los delincuentes, a los criminales. Si los detiene en flagrancia, los pone en libertad al día siguiente.
Si van a tribunales, también son juzgados con sospechosa benevolencia. Pareciera que el golpista-presidente tiene especial interés en estimular, de esa manera, el desbordamiento criminal.
Desde luego, tal situación atrae al delincuente extranjero y estimula todas las modalidades del crimen.
La inseguridad colectiva constituía desde 1999 ya lo dejó escrito prueba de la ineptitud y de la in-sensibilidad del desgobierno del golpista-presidente.
Pero a ella se le suman ahora nuevas calamidades. Ya no la paulatina destrucción de la otrora excelente red vial venezolana, consecuencia de la ausencia de mantenimiento.
Ya no el constante deterioro del sistema de energía eléctrica. Ya no el desabastecimiento de agua potable que se sufre en aldeas, pueblos y ciudades.
Hasta Maracaibo, la capital petrolera venezolana, estuvo condenada a la sed colectiva por más de tres meses.
Ya no la suspensión de servicios en hospitales y demás centros de salud oficiales por fallas estructurales en las instalaciones y por falta de insumos.
A todo eso se suma, ahora, la creciente escasez de artículos básicos de la alimentación popular.
Desde el año pasado viene siendo víctima la población nacional de la ausencia de esos artículos básicos de la alimentación popular en los mercados, abastos y bodegas. La leche, los huevos, el azúcar y la carne prácticamente han desaparecido de la oferta.
El desgobierno del golpista-presidente creó otro parapeto, a punta de millardos de dólares, diz que para afrontar los problemas de la alimentación popular. Mercal.
Incluso Mercal, con todos los millardos de dólares de que dispone, se declara incapaz para resolver la situación.
Que, desde luego, tiene sus raíces más profundas en la sistemática operación de hostigamiento a la producción y a los productores nacionales puesta en marcha por el desgobierno del golpista-presidente. La invasión de tierras, de fundos, de haciendas, por bandoleros gobiernistas respaldados por las armas militares, ha desestimulado extraordinariamente la inversión rural, ha conducido a la quiebra a numerosos productores y, por consecuencia, ha mutilado gigantescamente la capacidad de autoabastecimiento alimentario del mercado.
Mientras que, a la par y demagógicamente, el golpista-presidente pregona que la independencia nacional tiene como fundamento esencial la capacidad de autoabastecimiento alimentario del país. Y este irredimible inepto, este irredimible incapaz, aspira a seguir desgobernándonos per vita.
¡¡¡Ni que fuéramos masoquistas!!!
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