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miércoles, 26 de septiembre de 2007

Presidente megalomano


EL PROYECTO SOY YO
Teodoro Petkoff - TalCual
El Presidente daba el domingo una razón ridícula para su pretensión de permanecer en el poder hasta el fin de sus días. Decía que no podía “dejar a medias” todas las “grandes cosas” que según su megalomaníaca apreciación de la realidad estaría haciendo. “Necesito más tiempo”, exclamaba Yo-El-Supremo, embriagado por su autopercepción de omnipotencia. Esta “razón” es más que suficiente para rechazar categóricamente la reforma que nos quiere clavar, con la cual aspira a conseguir el tiempo que dice necesitar.
Nadie tiene derecho a cambiar una Constitución tan sólo para satisfacer su único e irrefrenable deseo de poder. Esa confesión de Chávez debería hacer reflexionar a sus seguidores.
Chávez quiere el poder por el poder mismo. La necesidad de tiempo es una coartada. Cuando implora por más tiempo es porque no ignora que su gobierno ha sido, en general, ineficiente y corrupto. Ocho años habría sido más que suficiente para una gran obra de gobierno, que siente los cimientos para que sea continuada por sus seguidores, si ese fuera el caso. Pero no ha sido así. Él mismo lo confiesa:
todo está a medias. Pero en verdad todo está por la mitad porque ha sido destruida la otra mitad. Chávez lo sabe, pero su afán caudillesco no tenemos por qué pagarlo el resto de los venezolanos.

¿Con qué derecho pretende Hugo Chávez que se le reconozca como una suerte de dios o superhombre, cuya obra en la tierra sólo él sería capaz de llevar a cabo? Mayor expresión de personalismo y caudillismo es difícil de encontrar.

Para Yo-El-Supremo no existe la idea de partido o movimiento que sirva de vehículo a su proyecto. Por su cabeza calenturienta no pasa la idea de que un partido o movimiento debe proporcionar el liderazgo que supuestamente podría dar continuidad a un determinado proyecto, si éste ganara la confianza de los venezolanos.

Para él es anatema, felonía y traición la idea de que algunos de sus compañeros pudieran sustituirlo en el mando de la República. Para El Supremo el proyecto es él.

Por ahí alguien asomó que sólo él puede garantizar la unidad de la FAN, la superación de las contradicciones en el seno de su propio partido y el liderazgo necesario para el país. Esto, que lo dijo Díaz Rangel, es lo que sostuvo Laureano Vallenilla Lanz para justificar la dictadura eterna de Gómez. Éste, en la óptica de sus áulicos, era único. Murió Gómez y se vio que el sistema tenía con quien sustituirlo. Era mentira que el Benemérito era insustituible. Se dice que Betancourt pensaba que Leoni no iba a dar la talla para gobernar este país tan cerrero y se opuso a su candidatura. Los hechos demostraron que Leoni sí pudo sustituir a Rómulo y gobernar el país. No hay nadie insustituible ni imprescindible, si detrás hay una organización y un proyecto. Chacumbele pretende sustituir estas carencias en su movimiento con su presidencia eterna.

Ésta es una patología de todos los aspirantes a autócratas. Creerse únicos, creer que el sol sale porque ellos lo ordenan al levantarse. La historia ha demostrado la absoluta vaciedad de tales vanidades monstruosas y este país debe rechazar categóricamente la que encarna Chacumbele. Ha tenido tiempo, dinero y votos, y él mismo dice que la obra está incompleta. Confesión de parte.

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