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viernes, 10 de agosto de 2007

“Yo soy un soldado” ( con 800.000$)


Entre las numerosas revelaciones del vuelo de los 800 mil dólares hay una que todavía estremece: nadie ha reclamado la plata, la mitad de la cual, descontada la multa de la aduana, permanecía hasta ayer en la bóveda del Banco Nación en Aeroparque. El misterioso empresario Wilson la dejó allí con la convicción de que ese sería su último destino.

“Yo soy un soldado”, les notificó la madrugada del sábado a las autoridades aeroportuarias el hombre de la marca de las pelotitas de tenis. “Llévense el dinero: no me van a sacar de dónde viene ni a dónde va”.

¿Soldado de qué ejército es Wilson?

Fuentes a las que accedió este diario decían ayer no saber en qué ocupó su tiempo el empresario durante las algo más de 72 horas que permaneció en la Argentina, entre la madrugada del sábado y la mañana del martes pasado, cuando abordó un vuelo de Aerolíneas rumbo a Montevideo, el destino que esperaba al presidente Hugo Chávez.

Durante su trámite ese día en migraciones, Wilson entregó otras sorpresas: presentó un pasaporte que lo acreditaba como ciudadano de los Estados Unidos (Nro. 47.147.991), un documento en el que desaparecía su segundo apellido, Wilson, en favor del más familiar Guido Alejandro Antonini.

Aquella madrugada del sábado, personal de la Aduana, de Migraciones y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria se presentó a pedido de la empresa aérea Royal Class para atender uno de sus vuelos de aviación general, como se conoce a los vuelos fuera de línea. Las autoridades, se supo ayer, ya contaban con el manifiesto de vuelo enviado por la misma compañía con el detalle de la tripulación, el número y los nombres de los pasajeros y la carga que llevaba la nave.

Después de su paso por el scanner, Wilson fue el único de los viajeros obligado a permaner en Aeroparque. Debió asistir a la confección del acta de prevención, en la terminal sur, y al largo trámite de contar la plata, en las oficinas de la aduana en Aeroparque. Dejó la valija después de ser notificado de su infracción, que a los ojos de la fiscal Luz Riva Diez, es ya un delito de contrabando. Allí pronunció la frase del comienzo.

Las declaraciones del empresario, que Clarín obtuvo de fuentes de la investigación, tienen la virtud de desmentir a algunos funcionarios venezolanos que tomaron distancia de su delicada gestión, como el mismo vicepresidente. Y en un punto confirman, al menos por el absurdo, la declaración oficial de ENARSA: en efecto, Wilson no habría hecho “reparo alguno” a la imposición de los trámites aduaneros. Puede decirse que en nada le preocupó dar por perdido el dinero.

El Gobierno no mostraba ayer mayor interés en la investigación. No había información de inteligencia, se dijo, que los llevara a hacer un seguimiento de los pasos de un ciudadano de nacionalidad venezolana y estadounidense, sospechado de un delito y después de que dejara 800 mil dólares en Aeroparque.

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