Hugo Chávez se burla de la democracia
Editorial Diario ABC España
En la primera de sus Constituciones, en 1999, fracasó a pesar de haberla dictado manu militari a sus partidarios. Tan obsesionado estaba por cambiar el curso de la historia de Venezuela con su ingenio constitucionalista que, además de una retahíla de insensateces, se llegó a inventar un poder para añadir al trío clásico que forman el ejecutivo, el legislativo y el judicial, el «poder moral», que antepuso a los otros y cuya capacidad de interpretarlo se atribuyó él mismo. La «bicha», como la llamaba su autor, fue impresa en tiradas millonarias, incluso se hizo una edición miniatura «para que los campesinos puedan leerla cuando vayan al campo» y lo cierto es que tal engendro no ha tenido ninguna virtud para los venezolanos. Sólo ha servido para sentar las bases de una nueva fórmula de destrucción de la democracia y la libertad.
La desaparición de la propiedad privada es seguramente el más grave de los desvaríos de la nueva creación chavista. La propiedad y la capacidad de decidir qué hacer con la riqueza obtenida legalmente es la esencia de la libertad individual. Aquellos que tienen que trabajar sin saber si les será confiscado lo que obtengan con su esfuerzo pueden compararse justamente a los esclavos. Y por si quedase alguna duda, Chávez ha anulado la autonomía del Banco Central, con lo que se atribuye la potestad de hacer y deshacer a su antojo con los ingresos del petróleo, sin siquiera pedir permiso formalmente. Visto lo que ha hecho hasta ahora con el patrimonio nacional de los venezolanos, dilapidándolo a manos llenas en sus proyectos megalomaníacos en sus países amigos, lo que puede pasar ahora es muy fácilmente predecible.
Hace que el Ejército deje de ser nacional y se convierta en bolivariano, que a estos efectos es como si lo hubiera llamado «Ejército Chavista». Crea una nueva milicia armada popular y un nuevo «poder popular», mecanismos con los que podrá controlar a la población al estilo de la dictadura cubana… La lista de atropellos no es fácil de resumir.
Algunos de los que colaboraron estrechamente con Chávez en la redacción de su primera «constitución bolivariana», como el catedrático Hermán Escarrá, que era citado ayer en las páginas de ABC, hace tiempo que ya se han dado cuenta de que es imposible reconducir la deriva autoritaria del ex militar golpista. Aquellos que hoy aplaudan este atentado contra la libertad y la democracia puede que no tengan otra oportunidad para salvar a Venezuela de una catástrofe segura.
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