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viernes, 6 de julio de 2007

La lección del carpintero


El presidente Hugo Chávez, en los últimos tres meses ha venido arreciando la presión sobre los centros de atención médica privada, dando claras señales de que su fin último es centralizar y controlar todo el Sistema Nacional de Salud.

Por un lado, el mandatario ha calificado en diversas ocasiones a la atención privada como la “mercantilización de la salud”, la cual percibe como una degeneración de la profesión médica, enfatizando en su decisión el romper con los viejos esquemas bajo los cuales, según él, priva el interés económico por encima de la ética. Por otro, no desperdicia momento alguno para graficar con magnas cifras los logros de la “Misión Barrio Adentro”. De lo que nunca habla el mandatario es del estado de deterioro de las instalaciones ambulatorias y hospitalarias, ni del desvío de recursos hacia otras instancias, que podrían significar simplemente experimentos de ensayo y error.

En abril el Jefe de Estado anunció en un Aló Presidente que regularía por Ley Habilitante las tarifas en las clínicas privadas, para erradicar lo que califica de “especulación” desatada en estos centros de salud. Advirtió que serán expropiadas aquellas clínicas que no quieran acatar dicha regulación y que las instalaciones respectivas podrían ser convertidas en clínicas populares.

Esta semana, nuevamente, el mandatario amenazó a las clínicas privadas con nacionalizarlas o estatizarlas si no bajan los precios de sus servicios.
Lamentablemente, la presión ejercida por el Gobierno sobre las clínicas privadas no solamente afectaría a esta parte del sector salud, sino que agravaría la presión sobre el sub-sector público de salud y dejaría más al descubierto la ineficiencia del Estado para cumplir con el compromiso de protección a la vida.

La red hospitalaria pública esta agobiada por: Un volumen descomunal de personal en nómina que absorbe casi el 90 % del presupuesto; la insuficiente dotación de insumos; la falta de equipos médicos en condiciones confiables y en general, por el desabastecimiento y abandono de estos centros de atención a la salud. Además, la misión milagro que privilegia a extranjeros traídos compulsivamente con fines políticos, mientras sustrae los ya escasos servicios de salud a los venezolanos. Si a esto se añade el descuido de los ambulatorios no queda duda que el grado de presión sobre los hospitales terminará siendo insostenible.

Todo esto ha contribuido a que la población se haya visto obligada a acudir al sub-sector privado, apoyándose en los HCM para sostener los costos. Si ahora, este aliviadero de los venezolanos para satisfacer sus necesidades en la atención de salud se elimina, no es difícil adelantar el caos que más temprano que tarde explotará.

En materia de planificación de políticas de salud, al Gobierno le resultaría útil recordar la lección del carpintero, que mide dos veces para cortar sólo una, porque los errores de medición suelen ser muy costosos.
Fuente: Veneconomia

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