El gran chantaje
Por Argelia Rios
Diario El Universal
Mientras reciba más resistencia a su propósito de perpetuarse, más profundos serán los "rebotes
El modelo económico es lo de menos. Su redefinición constitucional sólo servirá para confirmar que la revolución bolivariana traza sus nortes en armonía con las circunstancias. Pese a que mucha gente cree que la nueva Carta Magna dilucidará las grandes interrogantes ideológicas, la reforma sólo servirá para extender la incertidumbre.
El mundo opositor está cometiendo un error imperdonable al desviar su atención hacia temas supletorios. Por eso el vicepresidente Rodríguez se permite ironizar sobre las "sorpresas" que provocará la propuesta del jefe del Estado.
Ya es tiempo de comprender que "el modelo" es una extensa escalinata y que el primer peldaño es la reelección indefinida. Chávez no necesita una nueva Constitución para impulsar transformaciones drásticas en la economía o en la propiedad privada.
Con ésta -y en control de las instituciones-, el Presidente está en condiciones de hacer lo que le parezca, salvo permanecer en Miraflores hasta el fin de sus días... Las imprecisiones deliberadas de "la Bolivariana" -y de "la retocada"- le permitirían cualquier experimento: desde el más "potable", hasta el más radical. El desplazamiento hacia una u otra franja dependerá -como siempre- de la manera como el país reaccione ante el agitado biorritmo del mandatario.
Mientras más resistencia vaya encontrando Chávez a su propósito de perpetuarse, más profundos serán los "rebotes" extremistas. Si nadie le disputa el poder, el país se enrumbaría hacia un esquema socialista similar al sugerido por Baduel. Lo contrario impulsaría un fuerte viraje radical...
El dilema en que se ha colocado a los adversarios constituye un chantaje de grandes dimensiones y la oposición está urgida de encontrarle una respuesta firme y eficiente. Aunque hasta Baduel contribuya en la simulación del debate ideológico, éste -por donde se le mire- es un combate del poder por el poder...
Esta simpleza, sin embargo, no admite actuaciones simples. Sobretodo porque el modelo "badueliano" es un sueño que no toma en cuenta los graves déficits de gestión, a propósito de los cuales, tarde o temprano, la gente encenderá por su cuenta el reloj de la alternancia. Así, el camino radical es la opción de Chávez ante las inevitables molestias populares futuras.
Como la Rumania de Ceausescu -donde la ambigüedad fue un instrumento magistral de dominación social-, Venezuela seguirá en las tinieblas ideológicas. La reforma no es un camino concluyente. Sus ambivalencias -anunciadas con sarcasmo por Jorge Rodríguez- forman parte de la inagotable transición venezolana.
El signo que ésta adoptará en la fase que viene ya fue expuesto por el general Raúl Isaías Baduel, en cuyo meticuloso discurso de despedida (¿?) obvió el esencial tema de la alternancia... El ex ministro no cambia: como buen hijo del "proceso", es hábil en la vaguedad y el rodeo; también en el proceso y en el banco.
Diario El Universal
Mientras reciba más resistencia a su propósito de perpetuarse, más profundos serán los "rebotes
El modelo económico es lo de menos. Su redefinición constitucional sólo servirá para confirmar que la revolución bolivariana traza sus nortes en armonía con las circunstancias. Pese a que mucha gente cree que la nueva Carta Magna dilucidará las grandes interrogantes ideológicas, la reforma sólo servirá para extender la incertidumbre.
El mundo opositor está cometiendo un error imperdonable al desviar su atención hacia temas supletorios. Por eso el vicepresidente Rodríguez se permite ironizar sobre las "sorpresas" que provocará la propuesta del jefe del Estado.
Ya es tiempo de comprender que "el modelo" es una extensa escalinata y que el primer peldaño es la reelección indefinida. Chávez no necesita una nueva Constitución para impulsar transformaciones drásticas en la economía o en la propiedad privada.
Con ésta -y en control de las instituciones-, el Presidente está en condiciones de hacer lo que le parezca, salvo permanecer en Miraflores hasta el fin de sus días... Las imprecisiones deliberadas de "la Bolivariana" -y de "la retocada"- le permitirían cualquier experimento: desde el más "potable", hasta el más radical. El desplazamiento hacia una u otra franja dependerá -como siempre- de la manera como el país reaccione ante el agitado biorritmo del mandatario.
Mientras más resistencia vaya encontrando Chávez a su propósito de perpetuarse, más profundos serán los "rebotes" extremistas. Si nadie le disputa el poder, el país se enrumbaría hacia un esquema socialista similar al sugerido por Baduel. Lo contrario impulsaría un fuerte viraje radical...
El dilema en que se ha colocado a los adversarios constituye un chantaje de grandes dimensiones y la oposición está urgida de encontrarle una respuesta firme y eficiente. Aunque hasta Baduel contribuya en la simulación del debate ideológico, éste -por donde se le mire- es un combate del poder por el poder...
Esta simpleza, sin embargo, no admite actuaciones simples. Sobretodo porque el modelo "badueliano" es un sueño que no toma en cuenta los graves déficits de gestión, a propósito de los cuales, tarde o temprano, la gente encenderá por su cuenta el reloj de la alternancia. Así, el camino radical es la opción de Chávez ante las inevitables molestias populares futuras.
Como la Rumania de Ceausescu -donde la ambigüedad fue un instrumento magistral de dominación social-, Venezuela seguirá en las tinieblas ideológicas. La reforma no es un camino concluyente. Sus ambivalencias -anunciadas con sarcasmo por Jorge Rodríguez- forman parte de la inagotable transición venezolana.
El signo que ésta adoptará en la fase que viene ya fue expuesto por el general Raúl Isaías Baduel, en cuyo meticuloso discurso de despedida (¿?) obvió el esencial tema de la alternancia... El ex ministro no cambia: como buen hijo del "proceso", es hábil en la vaguedad y el rodeo; también en el proceso y en el banco.
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