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miércoles, 4 de julio de 2007

Del timbo al tambo


Antonio Cova Maduro
El Universal

Chávez logró sacar la gente a la calle, como en 2002, pero sin la ingenuidad de entonces

Cuando todo el mundo esperaba que Hugo Chávez le iba a dar a "su" pueblo la oportunidad de devolverle con estruendosas pitas, el lío que armó el régimen con la venta -y reventa- de las entradas a los estadios, el hombre "huyó hacia adelante", y esta vez en un sentido bastante literal.

Se nos fue a Moscú, con toque técnico al amigo de Bielorrusia -el único déspota que queda por los lados de Europa- y fin de fiesta en Irán, donde contemplaría lo riesgoso de tocar la gasolina a la que un pueblo con petróleo se cree con derecho soberano. Se fue y desde allá voceó un desamor a Mercosur.

A todo buen observador pareció que Hugo Chávez quería, de manera expresa, estar lejos de Venezuela. Feo se vería que, estando aquí, no se acercara a ver a los venezolanos jugar. Un poco más extraño lució la ausencia en Asunción. ¿No le importa ya a su Gobierno hacerse ver por el mundo donde está por entrar? Si ésa era la intención ¿a qué mandó allá a Jorge Rodríguez? Su comentario desde tierras lejanas ya ha despejado las dudas.

Resulta que ahora, quien salió tirando puertas de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para arrojarse en los brazos de su "gente": las izquierdas del Mercosur, ahora les dice que "si no hay voluntad de cambio allí", pues él se va también.

En este país podemos traducirle a sus posibles socios lo que eso quiere decir: si no hacen lo que él quiere, como él quiere, pues¿ se va. ¿Será por eso que sus compatriotas cada vez que pueden le vocean: "Se va, se va, se va¿"? Más allá de eso, lo que este trasiego traduce es que todo, absolutamente todo, le está saliendo al revés.

Lo primero que salió al revés fue la forzada inscripción de funcionarios públicos, -y de cuanta gente necesita que el Gobierno se ocupe de ellos- en el PSUV. Luego de la inscripción les ha pasado como a Fidel Castro cada vez que el régimen cubano lo exhibe: aparece, saluda cual reina de carnaval y vuelve a su cama de enfermo. Así son los "militantes" del Partido: se inscribieron, ¿cobraron?¿ ¡y desaparecieron!

Luego vino una riesgosa amenaza. No crean que fue la de cerrar a RCTV, que digan lo que digan con el cuentico de la "no renovación" de la concesión, todo el mundo, aquí y afuera, sabe de qué se trata realmente. No, no fue eso, la peor cosa que se le ocurrió decir fue que "tendría que no estar Hugo Chávez en el poder para echar atrás la decisión", violando un precepto sagrado en cualquier político: jamás cerrarse las puertas a una rápida y necesaria retractación, sobre todo cuando te están viendo.

Ese fatídico cierre -fatídico para el régimen, es claro- le frenó de un guamazo la movida siguiente: el zarpazo a Globovisión, a la ves que mostraba la palmaria incompetencia de los suyos: allí está la magra audiencia de la ramplona programación del tal TVes para que hasta los ciegos la vean. ¡Y la certifiquen!

Lo peor estaba por llegar, empero. Y lo peor no es que la agitación no cesa a pesar del tiempo transcurrido desde el cierre de RCTV, sino que ese cierre abrió lo que jamás imaginó. De pronto, contra las expectativas de muchos, se despertó un gigante que parecía dormido, o dedicado al bonche: el estudiantado venezolano.

Hugo Chávez ha logrado un milagro. O mejor: dos. Logró que todo el estudiantado se sienta uno solo, sin distingos entre privados y públicos, ni entre caraqueños y del interior y que, de nuevo para asombro de todos, brotase espléndido por doquier, como si hubieren estado preparándose para esto. Y logró algo más, que la gente viere lo patético del estudiantado oficialista. ¡Pura nómina, chamo! Es, pues, un movimiento "nominado".

La aparición estelar del estudiantado en la escena nacional ha descalabrado al régimen más allá de lo imaginable. Le ha hecho tambalear sus planes, pero lo más grave, ha hecho ver que para los jóvenes la fulana revolución no es la historia, sino¿ la prehistoria. Y que su socialismo es del siglo XXI¿ ¡antes de Cristo!

El estallido estudiantil le ha desbaratado también, no faltaba más, su sueño de liquidar la autonomía universitaria. Tocar a cualquier universidad, las encendería a todas y de un modo impredecible.

Como si eso no fuese suficiente, el régimen no logra impedir la desaparición de alimentos esenciales para los venezolanos. Las estanterías de bodegas y automercados lucen premonitorias: es el fantasma del socialismo lo que campea en ellas.

Y como colofón, Hugo Chávez ha logrado, de nuevo, sacar la gente a la calle, con el mismo ánimo y ferviente disposición que en el 2002, pero sin la torpe ingenuidad de entonces.

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